LA BUFADORA

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- El forastero de los cien dólares - Licitan sólo 21% de obras
martes, 26 de julio de 2016 · 00:00

El forastero de los cien dólares

Había una vez un pequeño poblado, que como muchos otros, pasaba por tiempos difíciles. Todo era escaso: el dinero, el trabajo, la confianza en el mañana, el entusiasmo al levantarse, pero lo que más falta hacía era el ánimo para iniciar algo nuevo.

Así que como nos podremos imaginar, los días transcurrían con pena y sin gloria; cada día una repetición del anterior, pero la ironía del caso es que el pueblito, viniendo de tiempo mejores y sobrándole todo para poder ser más de lo que era y hacer más de lo que estaba haciendo, no encontraba cómo cambiar el rumbo de la corriente, rumbo que era bastante corriente.

Pero he aquí que un buen día, bueno en todos sentidos, llegó a la villa un forastero buscando dónde hospedarse; se acercó al primer albergue que encontró y poniendo sobre el mostrador del modesto lugar un billete de cien dólares, pidió una habitación por una semana, y para asegurarse que el cuarto fuera lo que esperaba, pidió la llave para revisarlo; sin embargo, no bien había puesto un pie en la escalera el prospecto de cliente, cuando nuestro amigo el dueño del hostal, voló a abonarle al dueño del mercado, quien a su vez le pagó al proveedor de carne, quien a su vez le abonó al vendedor de alfalfa, que a su vez le pagó al vendedor de semilla, que a su vez le pagó a la muchacha que le daba masaje, que a su vez corrió a pagarle... al dueño del hotel que le rentaba donde trabajar.

Y no bien había recibido de vuelta el billete el dueño del hostal, cuando ve bajar la escalera al forastero que se lo había entregado originalmente, quien con cara de pocos amigos lo recogió diciendo: "no me gusto su cuarto”.

Es posible que nuestro viajante amigo se haya apersonado en alguno de los otros paradores con resultados parecidos, pero para el caso que nos ocupa, con el primer ejemplo es suficiente. El caso es que nuestro amigo hotelero, con el ánimo liberado por haber pagado lo que debía y habiendo recuperado su crédito, pudo arreglar el cuarto que le habían rechazado el forastero, y el dueño del mercado volvió a tener carne para vender, el proveedor de ganado volvió a comprar forraje para su ganado y el vendedor de semilla volvió a utilizar los servicios de su terapeuta, quien a su vez volvió a usar la habitación, ahora si ya reparada del hostal motivo de este cuento.

Y podríamos concluir con la frase: "Y todos siguieron viviendo felices”, si no fuera porque con el tiempo las cosas cambiaron. Hoy el poblado ya es ciudad, el dueño del hostal cerró y ahora trabaja en el Sleeping Inn; el propietario del mercado, quien después de muchos años también tuvo que cerrar, labora empacando el mandado en la caja de uno de los eslabones de supermercados "La Norteña”, el ganadero cerró, pues hoy la carne llega congelada desde Australia; el dueño del almacén de semilla cerró y hoy trabaja en "Semillas depot”, y ya no solicita los servicios de su terapeuta, de quien no sabría decirles adonde se fue, pero sí puedo decirles que se la extraña.

Y aquí, donde normalmente se escribiría el "y vivieron felices para siempre”, mejor volvamos al inicio: "Había una vez una ciudad, que había sido un pequeño pueblo, que como muchas otras pasaba por tiempos difíciles, donde todo era escaso, pero...”.
Licitan sólo 21% de obras

Las entidades federativas licitan solamente 21.4 por ciento de sus proyectos de infraestructura, el resto los asignan directamente o invitan a tres concursantes, según datos de la Secretaría de Hacienda.

De 8 mil 667 contratos que se han otorgado en todo el país al primer trimestre del año, 37 por ciento fueron por asignación directa, 32 por ciento por invitación a por lo menos tres participantes, 9.6 por ciento se desconoce y sólo 21.4 por ciento se permitió la competencia.

Es decir, en los estados se ha decidido por escoger, sin concurso alguno, a las empresas encargadas de construir carreteras, plantas de agua, rehabilitación y mantenimiento, entre otras.

Estos proyectos de infraestructura equivalen a 3 mil 451 millones de pesos.

Alejandro González, director de la organización Gestión Social y Cooperación (Gesoc), explicó que las adjudicaciones directas son la forma menos transparente de otorgar contratos.

"Tenemos una ley desfasada que permite ese tipo de otorgamiento de contratos, pero no por ello se debería descartar otro tipo de prácticas más abiertas y transparentes”, dijo.

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