Lo que no dijo Mancera
México, DF - Una vez en una entrevista sobre la situación en Cuba, Fidel Castro enumeraba: "El pueblo cubano ha sobrevivido a la falta de alimentos, al caos en el transporte, a la falta de servicios públicos, al bloqueo económico, a los apagones, al hambre, ¡ha sobrevivido a todo!”. Entonces le dijo el reportero: "¿Y no ha probado con cianuro, comandante?”
No sé por qué, pero con ese chiste me acordé de nosotros los mexicanos y, en especial, de los que vivimos en el Distrito Federal. No es por menospreciar las broncas que hay en otros estados, ¡para nada!, cada quien su infierno. Pero las vicisitudes de los chilangos son las que mejor conozco.
Alguna vez un colombiano me dijo: "¡Qué envidia me dan ustedes los mexicanos! Qué daría yo por levantarme cada mañana, asomarme por la ventana y decir: ‘¡Carajo! Esta maldita contaminación me va a matar en 50 años”.
Obviamente eso fue hace mucho tiempo. Hoy no salimos de casa con el temor de no volver, pero... tampoco la contaminación es nuestra principal angustia.
En estos días salir a la calle en el DF requiere, primero que nada, de paciencia. Paciencia para entender a ese pobre imbécil que, sabiendo que no iba a alcanzar a cruzar al otro al otro lado de la calle ¡porque no hay lugar!, decidió acelerar cuando se puso la luz amarilla en el semáforo. Y, obviamente, el muy imbécil se quedó atravesado a la mitad de la calle, impidiéndonos el paso a los que queremos cruzar en perpendicular.
En segundo lugar, para sobrevivir en las calles del DF se necesita dinero. No mucho, si acaso algunas monedas para ponerle al parquímetro, pues resulta que ahora la vía pública es propiedad privada. Y donde no hay parquímetro, ¡también hay que pagar! En esos casos la calle le pertenece a los vieneviene que con el poder de su franela y dos cubetas, deciden como emperadores romanos quién sí y quién no puede estacionarse.
Ahora que si no tienes coche, puedes utilizar el transporte público, que no sólo requiere monedas. Si se trata de un microbús, lo más conveniente es adquirir un seguro de vida antes de abordar. En caso de querer usar el Metrobús, se recomienda utilizar una armadura de kevlar, protectora pero ligera, por aquello de los apretujones. Y si lo que se busca es tomar el Metro, antes hay que tomar varios cursos: de natación, por las estaciones inundadas; de espeleología, por si se descompone el convoy y hay que caminar por los túneles en tinieblas; y de supervivencia para no morir aplastado en el atiborrado andén.
Lo raro es que de eso no habló Miguel Mancera en su segundo informe de gobierno. De hecho, se la pasó platicando de una ciudad de primer mundo que algún día espero conocer.
Miley Cyrus
Le dice una señora a su hijo:
--¡Ven acá!
--¿Y ahora qué?
--Me dijo un pajarito que te drogas.
--Ay, mami, la que se droga eres tú, que hablas con los pajaritos.
Aunque me imagino que le gusta hablar con el pajarito, yo no sé si Miley Cyrus se droga. Quisiera pensar que sí se mete hasta raticida, porque de lo contrario significaría que sus tonterías son naturales.
Su más reciente provocación fue limpiarse el trasero, ¡agárrate!, con la bandera de México. Según la ley y la Secretaría de Gobernación, esa "falta de respeto” amerita que la cantante gringa y la empresa que la trajo sean sancionadas con una multa de risa.
Me parece que esa sanción es absurda. Lo que se merece son unas buenas nalgadas. Si quieren, yo me sacrifico por la patria.
¡Nos vemos el martes!
No sé por qué, pero con ese chiste me acordé de nosotros los mexicanos y, en especial, de los que vivimos en el Distrito Federal. No es por menospreciar las broncas que hay en otros estados, ¡para nada!, cada quien su infierno. Pero las vicisitudes de los chilangos son las que mejor conozco.
Alguna vez un colombiano me dijo: "¡Qué envidia me dan ustedes los mexicanos! Qué daría yo por levantarme cada mañana, asomarme por la ventana y decir: ‘¡Carajo! Esta maldita contaminación me va a matar en 50 años”.
Obviamente eso fue hace mucho tiempo. Hoy no salimos de casa con el temor de no volver, pero... tampoco la contaminación es nuestra principal angustia.
En estos días salir a la calle en el DF requiere, primero que nada, de paciencia. Paciencia para entender a ese pobre imbécil que, sabiendo que no iba a alcanzar a cruzar al otro al otro lado de la calle ¡porque no hay lugar!, decidió acelerar cuando se puso la luz amarilla en el semáforo. Y, obviamente, el muy imbécil se quedó atravesado a la mitad de la calle, impidiéndonos el paso a los que queremos cruzar en perpendicular.
En segundo lugar, para sobrevivir en las calles del DF se necesita dinero. No mucho, si acaso algunas monedas para ponerle al parquímetro, pues resulta que ahora la vía pública es propiedad privada. Y donde no hay parquímetro, ¡también hay que pagar! En esos casos la calle le pertenece a los vieneviene que con el poder de su franela y dos cubetas, deciden como emperadores romanos quién sí y quién no puede estacionarse.
Ahora que si no tienes coche, puedes utilizar el transporte público, que no sólo requiere monedas. Si se trata de un microbús, lo más conveniente es adquirir un seguro de vida antes de abordar. En caso de querer usar el Metrobús, se recomienda utilizar una armadura de kevlar, protectora pero ligera, por aquello de los apretujones. Y si lo que se busca es tomar el Metro, antes hay que tomar varios cursos: de natación, por las estaciones inundadas; de espeleología, por si se descompone el convoy y hay que caminar por los túneles en tinieblas; y de supervivencia para no morir aplastado en el atiborrado andén.
Lo raro es que de eso no habló Miguel Mancera en su segundo informe de gobierno. De hecho, se la pasó platicando de una ciudad de primer mundo que algún día espero conocer.
Miley Cyrus
Le dice una señora a su hijo:
--¡Ven acá!
--¿Y ahora qué?
--Me dijo un pajarito que te drogas.
--Ay, mami, la que se droga eres tú, que hablas con los pajaritos.
Aunque me imagino que le gusta hablar con el pajarito, yo no sé si Miley Cyrus se droga. Quisiera pensar que sí se mete hasta raticida, porque de lo contrario significaría que sus tonterías son naturales.
Su más reciente provocación fue limpiarse el trasero, ¡agárrate!, con la bandera de México. Según la ley y la Secretaría de Gobernación, esa "falta de respeto” amerita que la cantante gringa y la empresa que la trajo sean sancionadas con una multa de risa.
Me parece que esa sanción es absurda. Lo que se merece son unas buenas nalgadas. Si quieren, yo me sacrifico por la patria.
¡Nos vemos el martes!
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