ECONOMÍA Y POLÍTICA

¿Y Gobernación apá?

La vulgaridad es el blasón nobiliario de los hombres ensoberbecidos de su mediocridad. José Ingenieros (Médico y filósofo italoargentino)
lunes, 27 de marzo de 2017 · 00:00
La práctica de la comunicación desde los medios electrónicos debería ser ejercida con responsabilidad social y bajo la tutela de la Ley de Radio y Televisión, la cual aunque algunos concesionarios, directivos y comunicadores de empresas de radio y televisión no les guste o lo crean, aún está vigente.
El artículo 63 de la ley referida, a la letra dice: "Quedan prohibidas todas las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea mediante expresiones maliciosas, palabras o imágenes procaces, frases y escenas de doble sentido, apología de la violencia o del crimen; se prohíbe, también, todo aquello que sea denigrante u ofensivo para el culto cívico de los héroes y para las creencias religiosas, o discriminatorio de las razas; queda asimismo prohibido el empleo de recursos de baja comicidad y sonidos ofensivos.” ¿Acaso es muy difícil cumplir con ello?
Y es que un día como a las 20:30 horas, tratando de encontrar programación agradable, el buscador del radio para en la 89.1 FM y en menos de dos minutos el conductor en turno, aún no identificado, viola flagrante e impunemente, casi a plenitud, las prohibiciones del articulo arriba referido ya que se expresa con palabras procaces y obscenas, frases de doble sentido y utiliza recursos de baja comicidad. 
Sin pretender asumir el rol de mojigato o ultraconservador, resulta sumamente cuestionable cómo desde los mismos medios de comunicación electrónicos se agreden las buenas costumbres y además se pervierte tanto el lenguaje como la misión de construir cada día una sociedad culta y mejor educada.
¿Desde cuándo la Secretaría de Gobernación dejó de velar por el cabal cumplimiento de la Ley de Radio y Televisión? ¿Desde cuándo en aras de la rentabilidad de las empresas se les permite a los conductores de radio o TV un lenguaje soez y obsceno desplegando esa vulgaridad de arrabal?
Pero lo más preocupante no es la omisión de la Secretaría de Gobernación, ni la permisividad que los concesionarios o ejecutivos de las empresas le conceden a los conductores para conducirse de forma tan cuestionable, ni tampoco la tolerancia de los patrocinadores, sino la aceptación entre la gente.
Efectivamente, mientras esos programas plagados de obscenidades cuenten con la aprobación del auditorio y sean considerados rentables, contarán con patrocinio y la anuencia de los concesionarios o ejecutivos, quienes sin el menor escrúpulo permiten, en la búsqueda de ganancias, dichas vulgaridades.
Ya no les basta a algunos la apología del delito transmitiendo corridos que ensalzan la violencia generada por la delincuencia organizada; ahora también se trata de mantener un nivel cultural ínfimo propagando la ignorancia, degradando valores y principios, y atentando contra las buenas costumbres.
Si desde los medios de comunicación no se promueve la cultura, el entretenimiento sano y el respeto por la legalidad, sino al contrario, con toda impunidad se permiten programas como el que aquí se cuestiona, poco puede esperarse de ese sector de la sociedad que está feliz de recibir un mensaje miserable y obsceno. Y después se preguntan por qué gente sin escrúpulos llega al poder público.

rdanielspinto@hotmail.com

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