Sin rumbo

Desde que Ensenada dejó de ser la capital mundial del atún en 1991, la economía del municipio vino a la baja, situación que se agudizó con los macrofraudes de Brisamar y Ginsa, que provocaron que alrededor de cinco mil pequeño y medianos ahorradores perdieran todo su patrimonio.

Y si lo anterior no hubieran sido suficientes calamidades, las recurrentes devaluaciones del peso frente al dólar, el descenso en la afluencia turística, la falta de agua y el no contar con infraestructura, limitaron las vocaciones productivas de este puerto y sus 22 delegaciones.

Después de un cuarto de siglo sin la derrama que generaba la industria atunera, Ensenada logró detonar y convertir en un referente la denominada Ruta del Vino, pero lo valles donde se cultiva la vid requieren de agua y de un marco jurídico que regule la construcción de viviendas, hoteles y restaurantes, para evitar el desorden urbano.

Sin embargo, lo preocupante es que el municipio no tiene rumbo, porque la toma de decisiones no se sustenta en diagnósticos certeros, prueba de ello es el estado de las calles y avenidas de la ciudad, cuya reparación implica la inversión de cientos de millones de pesos, recursos de los que carece el Ayuntamiento.

Hoy los ensenadenses pagan muy caro su apatía, porque en los últimos seis años permitieron que una minoría de políticos sin visión derrochara el erario y no lo invirtiera en el mantenimiento del equipamiento urbano, porque en este momento el municipio ofrece la peor imagen de su historia.

Reconstruir las vialidades y mejorar los servicios públicos demanda presupuestos que no estarán disponibles en el mediano plazo, y eso reduce las posibilidades de atraer inversiones.

Ciertamente el abasto de agua se resolverá en breve con la operación de la planta desaladora, pero otros proyectos, como el aeropuerto civil en el Valle de Ojos Negros y la vía ferroviaria Tecate-El Sauzal, así como la continuación del libramiento carretero El Sauzal-Maneadero y la ampliación del recinto portuario, llevaran tiempo por la dimensión de su costo.

Por lo tanto, lo poco que se haga se tiene que hacer bien, con planeación y transparencia, de lo contrario seguiremos dando pasos hacia atrás.