LA BUFADORA

La Bufadora

- El águila y el ruiseñor - ¿Quién paga? - Agua no pasa por mi casa
viernes, 1 de julio de 2016 · 01:01

El águila y el ruiseñor

Aunque a veces nos parece cruel la eliminación de seres vivos por otros de mayor calado, esto no es más que el funcionamiento elemental de la cadena alimentaria, la cual a partir de los productos vegetales inicia una secuencia que va de menor a mayor hasta coronar el proceso con los superdepredadores que dominan el espectro general del cuadro que posibilita la sobrevivencia de unos a costa de otros.

Por razones que habría que estudiar y entender, en días pasados apareció de repente el nido de un águila sobre un poste de alumbrado público de gran altura; la silueta del magnífico animal se recortaba, y suponemos que aún lo hace, sobre el fondo del horizonte con toda su impresionante majestad.

El águila es en muchos países emblema de banderas y blasones, de nobleza y soberanía, nuestro mismo país muestra en la bandera un águila devorando una serpiente; otros países la utilizan de diferentes formas, al final es indiscutible el prestigio que a lo largo de la historia ha ocupado esta singular ave.

No hubiera pasado de ahí la experiencia de no haber alguien observado que a partir de la llegada del superdepredador, los cantos de las aves que nos llenaban la mañana, habían desaparecido, no se necesitó gran capacidad de razonamiento para explicarnos lo que estaba pasando. Simplemente las aves mañaneras, particularmente los ruiseñores o cenzontles, habían emprendido el vuelo a lugares más seguros. La lección había terminado, cada especie busca la protección que se le acomode mejor y la única pérdida resultaba que ahora el silencio ocupaba lo que antes era un concierto al amanecer.

¿Pero y qué pasa con el hombre?, ¿cuáles son sus depredadores y cómo funciona en la práctica, lo que en lugar de cadena alimentaria se ha convertido en cadena de codicia y ambiciones?


¿Quién paga?

Si bien siempre ha existido la ambiciones y la aptitud como elemento de prevalencia en las relaciones humanas, es en los últimos tiempos cuando las brechas se empiezan a hacer escandalosas; por ejemplo, ¿quién paga las cuentas de los políticos voraces que muchas veces, además de ineptos, resultan particularmente corruptos?, ¿quién paga las cuentas de los casinos que operan al amparo de la ignorancia de seres humanos que merecerían tener el amparo de regulaciones más estrictas?, ¿quién paga las cuentas de la proliferación de casas de empeño?, ¿quién paga las cuentas de la destrucción de vialidades urbanas por camiones de carga con volúmenes y peso desconocidos, que además de la contaminación auditiva, ambiental y de trastorno vial, nos hemos acostumbrado a soportar?, ¿quién conoce la relación costo-beneficio de las maquiladoras que nos la pasamos alabando sus inversiones que sólo dejan trabajos de muy baja calidad?, ¿quién paga los esfuerzos de padres que envían a universidades a sus hijos sólo para encontrar al concluir sus estudios que no hay empleos decentes para ellos?

¿Quién paga las cuentas del aumento de madres solteras?, quienes además de responsabilidades demasiado tempranas dificultan el desarrollo de las próximas generaciones por falta de medios de todo tipo para atender a sus criaturas; ¿quién?

Necesitamos dar espacio al pensamiento y entender que la solución se encuentra en saber que -para hacer mejor las cosas y al final poder vivir todos una mejor vida-, no hay forma de endosar esta tarea a nadie.

El que tenga cabeza que la use desposeído de la abulia o el interés particular, pero quienes deben poner la muestra son los más capaces, partiendo de las autoridades que ya es tiempo que dejen de lado la indiferencia y la chequera ajena, porque el resto somos los ruiseñores que no podemos levantar vuelo y que sólo nos queda la opción de cambiar la forma de cómo nos hemos defendido. 
Agua no pasa por mi casa

Los trabajos de construcción de la nueva planta desaladora de agua casi al final de la avenida Pedro Loyola, se ha convertido en un verdadero suplicio para residentes, comerciantes, prestadores de servicios y todo aquel que transita por el lugar, no sólo por la molestia comprensible que toda obra pública implica, sino por los efectos colaterales que se achacan a quienes están a cargo de la obra, como la mala señalización para el tendido de las líneas a lo largo de la vialidad, la pésima organización durante las horas pico y los constantes cortes de agua por rupturas en las líneas de conducción del vital elemento.

Si a eso le agregamos que las autoridades un día no avisan y otro tampoco de los cortes del suministro, pues la sociedad está que arde en este inicio de verano, ya que a nadie parece interesarle la suerte que corren los hogares cuando sin decirles "agua no va”, les cierran la llave para que se las arreglen como puedan.Y si el lector quiere un botón de muestra, pues le contamos que desde la mañana del martes dejó de salir agua de los grifos de esa zona de la ciudad, esto a consecuencia de la fractura de una línea principal, por lo que las tiendas de conveniencia estaban más concurridas que la Catedral en domingo, ya que los garrafones de agua (a más de 30 pesos cada uno), eran la única alternativa para el aseo personal. ¡Uffff!

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