DÍA DEL SEÑOR

Domingo XX Tiempo Ordinario Ciclo “A”

Por Padre Carlos Poma Henestrosa
domingo, 20 de agosto de 2017 · 00:00
"Mujer, ¡qué grande es tu fe! ‘Que se cumpla lo que deseas’. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija”, (Mateo 15, 21-28)

El Evangelio de hoy nos habla de la fe. Muchas veces pensamos que Dios no nos responde, pareciera que se nos escondiera o que no prestara atención a nuestras peticiones; eso mismo le sucedió a esta mujer cananea en tiempos de Jesús. Esta mujer era "cananea” y significar que no era judía, sino pagana.

Esta mujer no-judía llama a Jesús "hijo de David”, con esto está reconociéndolo como el Mesías que los judíos esperaban, siendo pagana, le pide a Jesús que le sane a su hija que está "terriblemente atormentada por un demonio”.

Muchas veces Dios nos coloca en una posición de impotencia tal que no nos queda más remedio que clamar a Él, seamos cristianos o paganos, creyentes o no creyentes, religiosos o a-religiosos, católicos practicantes o católicos fríos. Es lo que posiblemente le sucedió a esta madre que, siendo pagana, pero abrumada por la situación de su hija, no le queda más remedio que acudir al Mesías de los judíos.

La mujer cananea intuía que Jesús era Mesías no sólo de los judíos, sino de todos, porque a pesar de no ser judía, se atreve a pedir a Jesús que cure a su hija. Y Jesús se hace el que no escucha. Así también Dios a veces: simula no escucharnos. Y ¿por qué? O, más bien ¿para qué? Para reforzar nuestra fe. Se habla de "poner a prueba” nuestra fe. Pero no se trata de una prueba como un examen o un test, sino más bien como un ejercicio que fortalece más nuestra fe.

La mujer no se desanima, no acepta un "no” como respuesta de Jesús. Iluminada por el Espíritu Santo, le responde a Jesús con un argumento irrebatible: "hasta los perritos se comen las migajas de la mesa de sus amos”.

La fe de la mujer queda recompensada, pues obtiene de Jesús lo que pide. Nos dice el Evangelio que "en aquel mismo instante quedó curada su hija”.

"¡Qué grande es tu fe!”, le dice el Señor a la mujer. La fe es un regalo que El mismo nos da. Como todo regalo, es necesario que lo recibamos. Es necesario aceptar ese regalo maravilloso que Dios nos da constantemente.

Esta oración perseverante de la mujer cananea nos recuerda la necesidad de orar, orar incesantemente, sin desfallecer. Recordemos, además, que a Dios se le pide, no se le exige. Orar con humildad, como esta mujer, que no exigió, sino pidió. Orar, con humildad, confiando plenamente en Dios, en que nos dará lo que nos conviene para nuestra salvación, y sólo eso, no la satisfacción de caprichos. Y orar, pidiendo a Dios las cosas buenas, lo que nos conviene y siempre atenido todo a su Voluntad, no a nuestros deseos.

La oración muestra que el ser humano depende totalmente de Dios, que nada puede hacerlo por sus propios méritos, la oración reconoce que el ser humano es débil, y que necesita la ayuda DIVINA todo el tiempo.

La fe es una respuesta personal a Dios que sale al encuentro del hombre y le muestra el proyecto salvador y, que más allá de ese proyecto, es misericordioso, amigo, benefactor, que quiere su felicidad.

Aprendamos de la mujer cananea a perseverar en la oración e interceder por aquellos que lo necesitan, sea físicamente por alguna dolencia, enfermedad o espiritual.

Que nuestra fe perseverante en Dios, los acompañe, proteja y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com

...

Comentarios