DÍA DEL SEÑOR

Domingo II Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Por Padre Carlos Poma
domingo, 14 de enero de 2018 · 00:00

“¿Dónde vives, Rabí? (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo ‘Vengan a ver’”
(Jn. 1, 35-42)

Padre Carlos Poma
cpomah@yahoo.com

El evangelio de hoy nos que cuenta los discípulos querían saber dónde buscar y cómo reunirse con Jesús, en algún momento posterior. Pero Él los sorprende, y de una vez los invita a seguirlo.

Es importante tener en cuenta que este encuentro con Dios se produce también a través de otros, de las demás personas con las que convivimos.

Dios no llama sólo una vez en la vida. Su llamada se mantiene a lo largo de toda tu vida. Te puede llamar también a través de los más cercanos. Son las mediaciones que Dios utiliza para darnos a conocer su sueño. Pero sólo oye la voz aquel que está atento, o que busca como los dos discípulos. Es entonces cuando Dios te dice “Ven y verás”. Ellos fueron y vieron dónde vivía y se quedaron con Él. Fueron privilegiados.

Tras la llamada hay un discernimiento para aclarar mejor por dónde tenemos que ir. No es fácil. Los dos discípulos acudieron a Juan, quien le mostró a Jesús “qué pasaba”. El paso de Jesús por nuestra propia historia personal no es fácil de apreciar. Muchos como Herodes y el joven rico también se cruzaron con él, pero no fueron capaces de escucharle y de seguirle.

Dios sigue llamando, pero no sabemos escucharle porque hay mucho ruido a nuestro alrededor. Todo lo relacionado con la vocación necesita de mucha oración, reflexión y consejo. No siempre percibimos la Palabra con claridad. En toda vocación hay mucho de búsqueda, pero en muchas ocasiones Dios nos da la luz a través de experiencias y de personas que nos iluminan.

Dios nos está llamando siempre, y a todos, sin distinción de razas, lenguas, o credos religiosos. A los que conocemos a Cristo nos llama directamente al seguimiento de su Hijo. A los que, sin culpa propia, no conocen a Cristo les llama siempre a la santidad, de múltiples maneras, a través de la propia conciencia, o de algún buen libro, o de otra persona, o de la naturaleza, o de cualquier otra forma que Él crea conveniente. La llamada de Dios al seguimiento de su Hijo y a la santidad es una llamada universal, porque Dios nos considera a todos hijos suyos y quiere que todos nos salvemos.

Cristo vino para salvarnos a todos; la redención de Cristo tiene un valor universal. Lo que, desgraciadamente, no es universal es la respuesta de las personas al seguimiento de su Hijo, y a la santidad en general. Son nuestras pasiones, nuestros vicios y pecados, nuestros egoísmos, los que nos hacen sordos a la llamada de Dios.

No debemos entender la vocación de Dios como referida únicamente al sacerdocio, o a los ministerios sagrados; Dios llama siempre a la santidad en cualquier profesión lícita y digna que realicemos.

Que la invitación del Señor, nos comprometa a seguirlo fielmente cada día, y que El los acompañe, proteja y bendiga siempre.

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