XIV Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo B

“Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente” (Mc 6, 1-6)
domingo, 5 de julio de 2015 · 00:00
El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre los obstáculos que se presentan al anuncio de la Palabra de Dios. San Marcos nos describe la fría recepción que encontró Jesús cuando regresó a su tierra por parte de aquellos que lo habían conocido desde la infancia y tenían serios interrogantes sobre su misión; ellos comentaban: "¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María?”. Ante el escepticismo de los suyos, Jesús observa: "Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”.
Jesús se siente despreciado en su propio pueblo, rechazado por sus propios paisanos, incluso por sus parientes. La experiencia es muy fuerte. No puede hacer ningún milagro, salvo curar a algunos enfermos, porque les faltaba fe en Él. Es la experiencia del fracaso, que se hace más dura cuando se produce con personas cercanas y queridas. Quizá algunos de nosotros podemos sentirnos identificados con estas experiencias de fracaso: matrimonios rotos, proyectos derrumbados, negocios venidos abajo, decepciones personales con amigos, dificultades para vivir y hacer vivir la fe.
Aquí hay algo muy importante en todo esto, algo que hace que el profeta no se hunda en su fracaso. Porque cuando fracasamos nosotros, triunfa la fuerza de Dios, que se manifiesta en nuestra debilidad. Así actuó Jesús. Ante el fracaso de la Cruz, triunfó el proyecto de Dios; ante la muerte, triunfó la vida. Ante la dificultad, Dios nos llama a mantenernos firmes y perseverantes, fieles a la tarea que nos ha encomendado, "te hagan caso o no te hagan caso”.
Jesús, ante el rechazo, no deja de actuar. Cura a algunos enfermos y sigue predicando por los pueblos de alrededor. El profeta nunca deja de ser profeta. El proyecto de Dios es muy importante y se hace fuerte frente a las adversidades, frente a nuestras debilidades. Dios, muchas veces, se fija en lo que el mundo rechaza. A Pablo le dice: "Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad”. Reconocernos débiles ante Dios no es un fracaso, es necesario para que se haga en nuestra vida y en nuestro mundo el proyecto de Dios.
Los contemporáneos de Jesús tienen humanamente algo de razón en no querer escucharlo. No es una persona estudiada que pueda pretender un saber especializado sobre Dios y sus caminos. Jesús es de origen modesto y tiene una profesión poco brillante, carpintero. Reconocen en Él una cierta sabiduría y milagros, pero eso no es suficiente para que Él sea el Profeta que trae la salvación de Dios. Dios tiene que salvar al hombre con medios más divinos. Jesús aparece a sus ojos como humano, demasiado humano.
Los profetas están condenados a predicar en el desierto, a confrontarse con la incredulidad de los contemporáneos, a verse desprestigiados, rechazados e incluso perseguidos y eliminados. El éxito no importa. Lo importante es que la Palabra de Dios resuene en el mundo, que hay profetas en nuestros tiempos, que hay personas que hacen presente a Dios en este mundo. El éxito de la palabra no depende del profeta sino del hecho de que es Palabra de Dios. Por eso hay que seguir anunciando a Jesús, aunque tengamos la impresión de que predicamos en el desierto. La Palabra se abrirá camino en el corazón de los hombres.
Toda la Iglesia, todos los cristianos estamos llamados a ser profetas en nuestro mundo, a través de nuestras palabras, pero sobre todo a través de nuestras obras. Éstas deben ser como el sacramento que hace presente a Dios en nuestro mundo. No cabe duda que son las obras de misericordia las que mejor hablan de Dios y lo hacen presente.

Que la presencia de Dios en su Iglesia, por medio de sus profetas, los bendiga hoy, proteja y acompañe siempre.
cpomah@yahoo.com

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