Cultura

Mujeres que tejen en silencio

Victorina López Hilario, tejedora amuzga, recibió el Premio Nacional en Ciencias y Artes, en la categoría de Tradiciones Populares
viernes, 1 de enero de 2016 · 20:51
México, D. F. - La paciencia recompensa. Bien lo sabe la tejedora amuzga Victorina López Hilario, ganadora del Premio Nacional en Ciencias y Artes, en la categoría de Tradiciones Populares, quien ha debido curarse la enfermedad de Chikungunya a fuerza de calma y paracetamol. En Palacio Nacional, tras la premiación, cuenta que aprendió el telar de cintura desde que tenía 6 años y que ahora, 35 años después, comparte el galardón con la cooperativa Flor de Canazúchit, formada por mujeres de Xochistlahuaca, Guerrero, que buscan precios justos para sus creaciones.
 
En el Museo Nacional de Culturas Populares de Coyoacán, donde la tejedora instaló un puesto de venta de la cooperativa, su sobrina Araceli López del Rosario, hace un sentido retrato de su tía y de las mujeres a las que ha acompañado desde sus primeros empeños por comercializar sus productos.
 
Reconoce en ella la audaz paciencia que le ha permitido rescatar en la comunidad de Piedra Pesada, Xochistlahuaca, el telar de cintura y colocarlo en un precio justo para que las prendas no resulten de un trabajo apresurado, sino del sosiego y la pasión que cada pieza requiere, sea huipil, rebozo o bufanda.

 
Mucha paciencia
"Esto es de mucha paciencia porque desde la preparación del telar se requiere de ella: todo es hilo por hilo, hay que ir contándolos de acuerdo al dibujo. Tantito uno se equivoca y ya no sale. La mayoría de mujeres teje en silencio, al menos que lo hagan entre varias”, dice Araceli. Un solo huipil, señala, puede requerir tres meses de trabajo.
 
Como su tía, abre brecha, pero con la producción del chocolate Taxua, que significa cacao en lengua amuzga. El padre de Victorina, abuelo de Araceli también fue precursor: fundó Piedra Pesada, lugar donde domina el canto de los pájaros. "¿Y los hombres? A veces se desesperan, quieren ver pronto las ganancias. Pero se necesita paciencia para ver crecer un proyecto, voluntad y deseo. Allí están, de choferes o de albañiles”, dice Araceli al recordar las enseñanzas de la tía Victorina.

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