El Mundo
Crecen dudas sobre el deshielo
AGENCIA REFORMA
Ciudad de México
La muerte de Fidel Castro, aunque no del todo inesperada, llega en uno de los momentos más vulnerables de la década para las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Las durísimas declaraciones del presidente electo del país vecino, Donald
Trump, quien tildó a Castro de brutal dictador tras conocerse su fallecimiento,
muestran la gran diferencia en la línea que adoptará su Administración con el
régimen isleño frente a los acercamientos de su predecesor, Barack Obama.
Sin embargo, el anticastrismo de Trump es de reciente incorporación.
Durante las primarias, el republicano había juzgado como positivo que se
retomaran las relaciones diplomáticas entre ambos países, aunque consideraba
que el trato no era lo bastante beneficioso para Estados Unidos.
Fue la necesidad de hacerse con el voto de la comunidad cubano-estadounidense
de Florida lo que le hizo apostar por una postura mucho más dura con el
régimen.
Por otra parte, Fidel Castro nunca ocultó su malestar por los nuevos lazos
entre Cuba y Estados Unidos.
No obstante, su hermano Raúl ha seguido la senda de la reconciliación y todavía
mantiene un diálogo fluido con Washington en diversas áreas, sin dejar de
reclamar vehementemente el fin del embargo que ahoga su economía.
Las implicaciones de la muerte de Fidel y la futura presidencia de Trump para
Cuba son todavía un misterio, pero, en la Isla, muchos se muestran optimistas.
"Tengo la esperanza de que Trump sea inteligente y vea que en Cuba el
Gobierno tiene voluntad de avanzar", apuntó el académico y miembro del
Partido Comunista de Cuba (PCC) Esteban Morales.
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