#Columna

YERTOS

lunes, 19 de junio de 2017 · 00:00

"Lo conocí, alguna vez trabajamos en el mismo lugar, fuimos a la misma escuela, era buena persona; pero ya andaba mal”. Y con eso, cerramos el comentario al enterarnos de que otra persona, tal vez conocida resultó víctima de la nada honrosa marca de homicidios que se han suscitado en el municipio el presente año.
Reporteros y periodistas mantienen puntualmente la estadística, limitándose a enterarnos de las circunstancias en las que se dieron los hechos, que por cierto muchas de las veces se les anticiparon las redes sociales, manteniéndonos casi en tiempo real informados uno a uno de estos desagradables eventos.
La falta de información, sin que se nos dé a conocer si existen líneas y avances en las investigaciones, ¿Qué curso siguen? ¿Cuántos casos tiene correlación? ¿Han habido detenidos?, ¿Se conocen los motivos? Éstas y otro montón de preguntas se mantienen sin responder, más allá de alimentar el morbo, a la población se le debe información que evite la especulaciones.
Sin embargo, pertrechadas tras la discreción que exige el Nuevo Sistema Penal, evitando la divulgación de datos que entorpezcan los avances y en no causar reacciones adversas, las autoridades se niegan a dar más información que la estrictamente necesaria. Dejándonos pensar en que tal vez no se tiene más.
El grado de violencia con el que han ocurrido casi todos los casos, nos invita a mantenernos lo más lejos posible del tema, de ahí, que el parafraseo con que inicié es cada vez más común cuando nos enteramos de algún nuevo evento, referimos el nombre de algún "conocido” o familiar que ha sido victimado. 
Autoridades, medios, ciudadanía y hasta los familiares de los deudos, nos hemos mantenido congelados, más estáticos de lo razonable. Lo peor es que nos da la percepción de que, tantas han sido las personas fallecidas en tan iguales circunstancias, con los mismos nulos resultados en las investigaciones, con cero esclarecimientos y en tan corto periodo, pareciera que empezamos a acostumbrarnos, que se nos ha desarrollando esa ceguera social, con la que sólo nos alcanza para ocultarnos como avestruces.
La región de San Quintín, dejó de ser lo que era, nos han alcanzado esos padecimientos en los que las cosas negativas se repiten hasta convertirse en cotidianas, provocando que por alguna u otra razón los ciudadanos procuremos evadir la realidad y finjamos no ser parte del problema, hasta que la ola nos alcance y nos arrastre con ella. 
Conste que no es un deseo, es más bien una apelación a cambiar de actitud y salir de la pasividad en la que nos ocultamos tratando de pasar inadvertidos como si con eso evitáramos la posibilidad de estar en el lugar equivocado en algún desafortunado momento. 
La invitación no es convertirse en investigadores, reporteros o juzgadores, pero si a atreverse a cuestionar y pedirle a quien le corresponda no ser ambiguos en sus acciones y en la información que de ellos resulta, recuerde que sólo compartir publicaciones, videos, poner "puntitos mitoteros” y parafrasear exclamaciones de empatía y condolencias no resuelven nada y lo mantiene igual de expuesto al azar de las desgracias.

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