Rancho Meling: tradición centenaria

Este sitio es uno de los más antiguos de la región, con cien años de mudo testigo de paso de generaciones humanas y florecimiento de flora y fauna
sábado, 16 de agosto de 2014 · 22:10
Muchas personas suelen preguntarme sobre mis recorridos y exploraciones en la Sierra de San Pedro Mártir, especialmente sobre las cabalgatas que con frecuencia realizo en esta región.
Estos recorridos no suelen estar al alcance de todos, debido a su dificultad; sin embargo, hay una manera de hacer recorridos sencillos y accesibles por parajes poco conocidos de la sierra, que son hermosos y espectaculares. Esto es a través del rancho Meling, uno de los más antiguos de la región, con una larga tradición de turismo campirano.
El rancho Meling se encuentra al pie de la sierra de San Pedro Mártir, subiendo por la carretera que va al observatorio. Desde Ensenada se hacen como tres horas hasta el rancho, todo el camino pavimentado. En varias ocasiones este rancho ha sido la base para mis recorridos, consiguiendo animales, bastimentos y guías.
El rancho Meling se inició como tal hacia principios del siglo XX, hace poco más de cien años. Desde entonces ha sido atendido por la familia Meling, y hasta la fecha varias generaciones lo han atendido. En los primeros años fue un rancho ganadero y a partir de los años 40 amplió sus servicios al turismo campirano, que combinaba la cacería y los paseos a caballo con el descanso en cuartos cómodos y amables, con una excelente cocina campestre.
El ambiente natural que rodea al rancho es excepcional. Al fondo se alza la Sierra de San Pedro Mártir, con su imponente masa granítica. En dos o tres días de cabalgar desde el rancho, se pueden alcanzar las partes más altas, en donde prosperan los bosques de pino. Una serie de veredas antiguas, algunas datan desde el tiempo de las misiones, cruzan por los terrenos del rancho desembocando en lo alto de la sierra y uniendo con otros ranchos.
Las rocas graníticas rodean el rancho, son parte de la geografía de la zona y le imprimen su tono suave y claro, como el blanco grisáceo del granito. Un arroyo de temporal cruza por el rancho. En su cauce podemos ver gran cantidad de sauces, álamos y otras plantas. Todo este ambiente encierra una fauna rica, en donde se puede apreciar a conejos, ardillas, liebres, venados, gato montés, puma, coyote, zorras, serpientes. Desde luego, hay gran cantidad de aves, algunas grandes como los zopilotes y águilas, pero también hay halcones, aguilillas, canarios, cenzontles, tecolotes, codornices. En las temporadas del otoño se acercan aves migratorias que vienen del norte, como algunas especies de patos que buscan sus sitios de anidación en la cercana costa del Pacífico.

Un lienzo titilante
Una parte de los visitantes del rancho Meling son cazadores, ya que en este rancho se maneja la cacería responsable o cinegética, la que ayuda a la economía de la región y a que se conserven las especies sujetas a la caza. Cada año vienen en ciertas temporadas y desde aquí son atendidos y guiados hacia los sitios de caza. Es una temporada en que hay un trabajo adicional para muchos de los ranchos de los alrededores.
Otro aspecto que sobresale en este rancho es el de sus visiones nocturnas, tanto cuando hay luna como sin ella. Cuando no hay luna todo el Universo parece estarse asomando a este sitio. Sorprende la gran cantidad de estrellas que nos observan y titilan de manera casi sobrenatural. Algunas películas de efectos especiales han querido imitar esta brillantez de las estrellas, pero desde luego jamás se acercará a verlo natural, en el cielo. Es uno de los aspectos que a veces no valoramos. Ver tantas estrellas y constelaciones juntas. Ver completa la Vía Láctea, nuestra galaxia, es todo un espectáculo de la naturaleza y jamás dejará de ser un privilegio para quienes tenemos la oportunidad de contemplarla. No han sido pocas las veces en que desde este rancho he podido ver tantas estrellas y maravillarme.
En varias ocasiones me he acostado a altas horas de la noche, para disfrutar ampliamente del espectáculo de las estrellas y tomarles una serie fotográfica. Voy armado con mi tripié y casi siempre me ubico en lo alto de una loma, sobre una piedra granítica, desde la cual puedo apreciar todo el horizonte y el cielo. Con frecuencia he podido ver el paso de estrellas fugaces, el que queda registrado en mi cámara, así como también el paso de aviones y de otros objetos voladores no identificados. Escuchar la quietud del campo es igualmente maravilloso y relajante. A veces me he acostado sobre esa piedra, cierro los ojos, me relajo totalmente y escucho: escucho al viento, escucho el sonido de los animales nocturnos, escucho el paso del viento entre los árboles, escucho cantos o llamados de aves, escucho sonidos tan lejanos que a veces no identifico. Escucho tantas cosas que en condiciones normales ni atención prestamos. Es otra manera de apreciar la naturaleza: escucharla.

Actividad ganadera
El rancho Meling es también ganadero. Tiene sus amplios corrales y potreros. Ahí hay caballos, mulas, burros, vacas y ganado menor. Es la manera tradicional de ganarse la vida aquí. Trabajan en el rancho excelentes vaqueros que conocen la Sierra de San Pedro Mártir y sus veredas como la palma de su mano. Aquí se puede apreciar parte de esa labor de los vaqueros, de arriar el ganado, marcarlo, vacunarlo, limpiarlo, ordeñar las vacas, marcar a los becerros, etc. Es un trabajo rudo y difícil, pero a muchos vaqueros les apasiona. Y es que es un trabajo de una larga tradición, de hecho, junto con los misioneros, los vaqueros fueron los primeros trabajadores de Baja California. La ganadería fue la primera actividad económica de nuestra región, y con ella la labor de los vaqueros ha sido fundamental. Y esto lo saben los vaqueros de hoy, quienes se sienten orgullosos de cargar con esa tradición, con esa herencia cultural que se ha venido transmitiendo de padres a hijos y esperamos así continúe por mucho tiempo.
Los vaqueros del rancho Meling son parte de los vaqueros de la Sierra de San Pedro Mártir, por eso la conocen tan bien, y cada año alguna parte de su ganado sube a lo alto de la sierra durante verano, con el fin de aprovechar los pastos que ahí crecen y se multiplican. En esta labor son varios los ranchos que se ayudan, participando vaqueros del cercano rancho el Coyote, rancho el Potrero, la Cruz, San Antonio, y otros más.
El rancho Meling cuenta con un excelente servicio de hospedaje y cocina. Sus habitaciones son cómodas y agradables y cuenta con un buen servicio. La energía eléctrica solo funciona hasta las diez de la noche, pero esto representa una ventaja, ya que hace que el mundanal ruido quede atrás. Aquí se puede realmente disfrutar del campo si se quiere. Además se puede acampar si así se desea.
El rancho cuenta con una pequeña capilla. Los dueños me refieren que la construyeron no hace mucho como pago de una manda. Es un agradecimiento a Dios. Y cómo no se le va a agradecer cuando se encuentra en un sitio tan maravilloso.

Antigua vida minera
El rancho Meling pronto contará con su propio museo, su historia más que centenaria así lo amerita. Además de las actividades ya citadas, en el rancho Meling también se ha practicado la minería. Algunos de sus fundadores estuvieron asociados a mineros que efectuaron aquí un trabajo que dejó huella. No lejos del rancho aún pueden verse los vestigios de estos trabajos mineros, minas abandonadas, acequias olvidadas, así como otros restos. Nunca ha dejado de sorprenderme lo emprendedor que fue mucha de la gente pionera de aquí, quienes a pesar del aislamiento llevaron a cabo trabajos que aún hoy, con todas las comunicaciones existentes, nos parecerían difíciles y arriesgados, imposibles.
La familia Meling, los propietarios del rancho, son personas sencillas y muy amables. Son mis amigos y siempre me han recibido con mucha generosidad, apoyándonos en nuestras cabalgatas.  Vale la pena visitar este rancho, conocerlo y maravillarse con su entorno y naturaleza. Encierra una parte de la historia de nuestra tierra. Además si le gusta la cabalgata y conocer sitios hermosos, naturales y poco frecuentados, esta es una buena oportunidad.

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