GATUPERIO

EL BALIGRAFO

Por Gerardo Sánchez García
domingo, 2 de octubre de 2016 · 00:00
El balígrafo es una bala que se volvió bolígrafo. Un objeto que se utilizó para intimidar, herir o matar a un ser humano y tras quitarle los residuos de pólvora que le quedaban se convirtió en una pluma con la que pueden suscribirse acuerdos de paz, transmitir y compartir ideas y emociones.

Fueron quinientos los balígrafos hechos con cartuchos de 50 mm recolectados de operaciones militares y que forman parte de un proyecto para que Colombia entienda -señaló la ministra de Educación, Gina Parody- que "el futuro está en las aulas de clase y no en los campos de guerra”.

Con un balígrafo se suscribió el acuerdo que puso fin a seis décadas, sesenta años, setecientos veinte meses, veintiún mil novecientos días -incluyendo sábados, domingos y días feriados- de guerra fraterna entre los colombianos.

Una firma por la paz 
El cartucho que se convirtió en la pluma fuente para firmar el convenio final de paz entre el gobierno sudamericano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia tiene grabado la siguiente frase: "Las balas escribieron nuestro pasado, la educación nuestro futuro”.

La historia del balígrafo no fue un hecho aislado, forma parte y expresa la decisión del presidente Juan Manuel Santos de destinar más dinero a la educación que al gasto militar.

No sólo basta terminar con la guerra, hay que educar para la paz, señaló el mandatario de esa nación.

Sin embargo, la paz oficial no puede llegar sin la conciliación y el perdón de la población.

Esperanza, ex-integrante de las FARC se acercó con el ex-alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, a solicitarle ayuda para pedir perdón por lo hecho durante su etapa como guerrillera.

Pídelo públicamente, le respondió Mockus. Esperanza atendió el consejo: se paró en una transitada calle, se vendó los ojos con el pañal de tela de su hijo y mostró una cartulina: "A los 13 años fui reclutada por las FARC, hoy pido perdón. Me das un gran abrazo”.

Las personas en larga fila -refiere la crónica en faccebock- se acercaban, la abrazaban, le susurraban cosas al oído. La perdonaban -supone el relator-, al observar el rostro de quienes se retiraban.

A la alegría solidaria del fin de la guerra interna de Colombia debe aplicarse el afán de seguir su ejemplo para mejorar la educación.

La violencia, sea guerrilla, delincuencia o narcotráfico, sólo puede combatirse con educación. Volver también en 

Periodista con más de 30 años de trayectoria. 

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