FRANCISCO EUSEBIO KINO, S.J.

(Breve semblanza)
domingo, 8 de mayo de 2016 · 00:00

Nuestro ilustre jesuita vio la primera luz el 10 de agosto de 1645 en la aldea italiana de Segno, ubicada a poca distancia de la ciudad de Trento, originalmente Celta y que después fue conquistada por los Romanos y conocida porque en ella se realizó el famoso Concilio de Trento (1545-1563) que apoyo la llamada Contrarreforma, lugar a donde lo mandaron sus padres para que fuera iniciado en el conocimiento de las letras y ciencias.
De formación muy sólida-propia de los miembros de la Compañía de Jesús-fue además Astrónomo, Geógrafo y Cartógrafo, conocimientos que providencialmente le serían útiles para la misión que Dios le tenía destinada.
Fue invitado a desempeñar cátedras en la Universidad de Ingolstadt, pero ya bullía en su corazón el deseo de irse de misionero decidido a dejar las comodidades del Viejo Mundo y sufrir el dolor que implica alejarse de sus seres amados motivado por el espíritu evangélico a incursionar en tierras desconocidas donde el peligro siempre los acecharía.
Después de serias dificultades y obstáculos que habría de sortear y contrariamente a su Anhelo de trasladarse a China llegó, partiendo de Génova Italia, lugar de nacimiento de Cristóbal Colón y permaneciendo un tiempo en España, al puerto de Veracruz un 3 de mayo de 1681. 
Una vez que se presentó ante el provincial de los Jesuitas en México, lo asigno como misionero a la retadora e inhóspita California, nombrándolo en atención a sus conocimientos cartógrafo real y trasladado a Guadalajara el Obispo le otorgo sus credenciales integrándose a la expedición del almirante Isidro Atondo y Antillón, jefe de la escuadra de los navíos que llevarían a los padres misioneros fundadores de las Californias.
Desembarcan en la agreste California, en el hoy puerto de la Paz, el primero de abril de 1683 teniendo que retirarse debido a problemas con los nativos y a la falta de alimentos el 15 de julio para volver nuevamente el 29 de septiembre pero en ésta ocasión desembarcando cerca del actual puerto de Loreto en un lugar que llamaron San Bruno y Atondo y Antillón junto con los misioneros Francisco Eusebio Kino, Matías Goñi y Juan Bautista Copart establecieron la Misión de San Bruno, la primera en fundarse pero, al no lograr durante dos años obtener cosechas y tener serios problemas para el suministro de alimentos procedentes de Sonora se vieron obligados a regresar al continente el 8 de abril de 1685, hecho que le dolió enormemente a Kino quien se había encariñado con los nativos y ellos con él. Durante ésta estancia organizó una expedición logrando cruzar la cordillera central y llegar a la contracosta en el océano Pacifico donde conoció él abulón denominando a sus conchas: conchas azules. 
La Providencia le tenía destinado otro lugar y es así que se le otorga Sonora para que allí siembre la buena nueva de su religión en la Pimería Alta, quedando al frente de la obra misionera en California su compañero y amigo el jesuita Juan María de Salvatierra quien fundó la Misión de Nuestra Señora de Loreto que sería llamada: " Cabeza y Madre de las Misiones de la Alta y Baja California”.
Francisco Eusebio Kino convivió y trabajó entre las tribus Seris y Guaymas de Sonora permitiéndole ello estar cerca de la Baja California a la cuál ayudó desde Sonora.
Muy famoso por sus cabalgatas, era un experto e incansable jinete que recorrió miles de agotadores kilómetros por terrenos accidentados y de difícil acceso, inhóspitos y desérticos, pero siempre motivado por el evangelio y el amor a los nativos a quienes les oficiaba misas, bautizaba y ayudaba a bien morir y les enseño a leer y oficios diversos aprendiendo para ello lenguas nativas e introdujo la ganadería y métodos modernos de cultivo.
A Kino se le debe el descubrimiento de que California no era una isla sino una península gracias a expediciones que organizó ex profesó y llegó a la confluencia de los ríos Colorado y Gila y señala: "Gracias al Señor, habíamos dado vista a las tierras pertenecientes a la California, sin que hubiera mar de por medio que apartase estas tierras della”.
Deja además como testimonio de su apostolado y fecunda labor el libro de su autoría: "Favores Celestiales” donde describe sus logros, retos, dificultades y anhelos de su vida desde 1687 en que se queda en Sonora hasta 1706, cinco años antes de que la muerte lo sorprendiera el 15 de Marzo de 1711 en medio de sus seres amados, los nativos a quienes dedicó su vida dejando como huella de su paso la fundación de 20 misiones y Visitas, llamadas así las pequeña misiones.
El Estado de Arizona le tiene un monumento en el Capitolio de Washington con aprobación del Congreso como reconocimiento de ciudadano distinguido.
Los restos mortales del Jesuita Francisco Eusebio Kino, después de haberse encontrado el 19 de mayo de 1966 bajo la plaza de armas de Magdalena de Kino, descansan bajo un Mausoleo en el mismo lugar donde fue encontrado y el Estado de Sonora ha honrado a tan ilustre hijo poniéndole a la bahía donde desembarco para pisar por primera vez tierra Sonorense: Bahía de Kino y al lugar donde falleció: Magdalena de Kino.
  

"De formación muy sólida-propia de los miembros de la Compañía de Jesús-fue además Astrónomo, Geógrafo y Cartógrafo, conocimientos que providencialmente le serían útiles para la misión que Dios le tenía destinada”.

 




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