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El cuerpo del bailarín en la danza teatral Parte II

Durante varios siglos -desde el Renacimiento hasta el Romanticismo- estuvo protagonizada por el ballet clásico
domingo, 10 de julio de 2016 · 00:00
Por Minerva Muñoz Rodríguez 

La danza teatral (que se realiza desde y para un escenario y ser vista por un público) ha tenido grandes transformaciones a través de los tiempos. 

Durante varios siglos -desde el Renacimiento hasta el Romanticismo- la danza teatral estuvo protagonizada por el ballet clásico.

Este fue un período de sistematización generalizado y reconocimiento del yo. Se destacaron las ideas de Descartes de jerarquizar la razón sobre la práctica, el espíritu y lo sensual y sensible del cuerpo humano. 

Con la máxima "pienso, por lo tanto existo”, el hombre fue sublimado a una especie de dios, en contacto directo con lo divino.

A pesar de esto las maquinas se convirtieron en una sustitución del cuerpo y las herramientas en una adición éste. 
Comenzó una etapa de exigencia, especialización y perfeccionamiento del cuerpo en sus capacidades físicas e intelectuales cada vez mayor.

Se decía que el arte es un producto de la mente -de sus facultades más amplias y sus sentidos mas nobles- y que se dirige a las mentes. 

Es comprensible entonces, que en este período se consolidara la formal y codificada técnica clásica. En esta tradición se crearon grandes obras que formarían el repertorio clásico que trasciende hasta la actualidad. 

La transición entre los siglos XIX y XX, fue una época de constantes transformaciones sociales, políticas, ideológicas, científicas, tecnológicas y culturales. 

Los artistas precisaban de otras formas de expresión, que reflejaran las preocupaciones de la época moderna, con un lenguaje personal y social fuera de los criterios estéticos y artísticos tradicionales.

Bailarines y coreógrafos comenzaron a expresarse libremente fuera de las convenciones, estructura rígida y movimientos codificados del ballet clásico. 

Introdujeron vestuarios más sobrios, dejaron de lado las zapatillas de punta de ballet y el tutú (la falda rígida, ligera y vaporosa en forma de disco confeccionada de varias capas de tela). 

Con movimientos naturales, libres y orgánicos los pioneros de la danza moderna pusieron el énfasis en la expresión individual cambiando los temas, contenidos, procesos coreográficos y por supuesto el movimiento corporal, renovando   la manera de abordar la danza escénica y algunos aspectos del cuerpo. 

La danza moderna 
Loui Fuller conocida como la mariposa de luz, proyectaba luces multicolores en sus vestidos con gran vuelo creando bellos efectos visuales e imágenes sobre el escenario. Fue una innovadora al utilizar los avances científicos y tecnológicos de  su tiempo -como fue la electricidad, incorporando bombillas adicionadas con sustancias químicas para generar las luces de colores en el escenario-, en los diseños de iluminación y desarrollando nuevos modos de producción teatral.

A principios del siglo XX, la danza moderna se dividió y extendió en dos ramas principales dando como resultado estilos y propuestas muy variadas.

Inspirada en la mitología griega y el pensamiento de Nietzsche y Schopenhauer,  la danza de Isadora Duncan se caracterizaba por un sentido espiritual, desde un movimiento libre e interior. 

Precisamente fue ella quien expandió las calidades y tipos de movimientos en la danza surgidos desde el espíritu y el alma, dejando de lado los estorbosos corsets y las zapatillas de ballet, remplazándolas con túnicas griegas, sandalias o pies descalzos y el cabello suelto que permitieran el movimiento libre y mostraran la naturalidad del cuerpo. 

Sin embargo, aún con este nuevo enfoque el cuerpo siguió estando sujeto a la idea de maquina que debe ser perfeccionada; los procesos industriales, sociales y humanos debían simplificarse. 

La mente es entrenada como compiladora de información y el cuerpo como la maquina perfecta que lo contiene. 

Contribuciones a la danza 
Una figura fundamental en la codificación de la danza moderna fue Rudolf von Laban quien estudió el espacio, el movimiento y su interelación, así como los modos y calidades para favorecer la eficiencia motriz del cuerpo humano, además de un sistema de escritura para la danza.

Grandes contribuciones a las técnicas modernas fueron hechas por Martha Graham y Doris Humphrey. El ciclo de la respiración en relación a la contracción y relajación del centro del cuerpo, los principios del movimiento percutido y la memoria motriz, son los pilares de la teoría y práctica desarrollados por Martha Graham. 

Además, Doris Humphrey hizo grandes aportaciones investigando los principios de la danza basados en tres momentos esenciales del movimiento: la caída, recuperación y en la cúspide del movimiento, la suspensión. 

Ambas, desarrollaron teorías y aspectos filosóficos del movimiento que fueron vitales en el establecimiento de la danza moderna, en su proceso evolutivo y que están arraigadas hasta nuestros días.

Como se puede ver las fuerzas creativas, interpretativas, de investigación y desarrollo dominantes en la consolidación de la danza moderna son femeninas.

Fue gracias al enfoque de Isadora Duncan, Mary Wigman, Denishawn (Ruth ST. Dennis y Ted Shaw) -grandes artistas de la segunda generación- incluyendo a Martha Graham, Doris Humphrey y Jose Limón, entre otros, que se instauró y codificó la danza moderna. 

El cuerpo paso de ser un elemento para representar historias sobre grandes personajes de la tragedia griega y la realeza, a ser un instrumento (algunas veces deshumanizado) y medio de expresión capaz de reproducir temas muy variados e ideas abstractas de interés personal y social del coreógrafo. 

"La danza moderna: un poco de libertad para el cuerpo”.

Bailarina y maestra en Ciencias Físicas y Artes. 

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