Cuento

Mi primer beso Primera de dos partes

domingo, 16 de julio de 2017 · 00:00
Por Mike SuLe* 

El sol se sacudía en lo más alto del cielo despejado que en unas horas se pondría nublado, ya que el clima de Ensenada es así; encuentras todas las estaciones del tiempo en un día y a veces en el mismo momento, pero dispersas en diversas zonas de la ciudad. 

Lo extraño era que a estas horas de la mañana, 7:00 en punto, para ser exactos, el Sol abofeteaba con sus calurosos rayos, provocando el sudor que escurría por debajo de mi uniforme, mientras tomaba distancia en el patio escolar para dirigirme al salón de clases.

Al sentarme en el pupitre miré hacia el frente junto al escritorio de la maestra. Y ahí, entre toda la multitud de infantes que seguían de pie, platicando en espera de la profesora, relucía la quietud con la que Andrea sonreía, esa sonrisa que compaginaba con su cabello castaño, sus ojos marrones y su piel blanca tal si fuese nieve. Y es ese instante en la vida de un niño que se da cuenta que dejaría todos sus juguetes por una chica, pero no cualquiera, debe de ser especial, tiene que ser como Andrea; gentil, inteligente, y no sé… Simplemente como es ella. Sin embargo, sé que no se fijaría en alguien como yo, un niño de 10 años con sobre peso. 

No le podía quitar la vista de encima a Andrea, quien caminaba entre los pupitres entregando unas invitaciones para su fiesta de cumpleaños. Agaché la mirada con temor de ser saltado, quería fingir el no percatarme de que entregaba esas invitaciones, pero lo colorido de las mismas jalaban la vista de todos. 

Suspiré en silencio y por los nervios, agarré una granola de mi mochila para comerla de un bocado, al tiempo que la masticaba una voz dulce hizo melodía en mi oído. Era Andrea, diciéndome que me esperaba en su fiesta.  Al levantar la mirada aún no me pasaba la granola y mis mejillas se inflaron más de lo normal por todo el bulto de comida que resguardaban. Ella sonrío y volvió a coger la palabra para decirme que llevara traje de baño. Asentí junto con una sonrisa tímida que invadió mi rostro. No lo podía creer estaba invitado a la fiesta de la niña más bonita del salón y me atrevo a decir que de toda la escuela. El único problema era que iba a ser en un balneario. Lo entiendo por ese calor repentino que se adelantó al verano, pero me daba vergüenza estar en traje de baño, sin nada que me cubriera las lonjas, sería el hazmerreír de todos, y las dietas no funcionarían ya que el cumpleaños era el próximo viernes. Me quedaban 4 días para bajar de peso, y para colmo, hoy mi madre compraría pizza para la comida.

Las rebanadas de pizza se acabaron en un dos por tres, y los días morían de igual manera. Mi preocupación era latente, los nervios me hacían comer más. La tristeza se reflejaba en mi rostro y mi abuelo la notó, a pesar de estar viendo el fútbol, a su América jugar contra las Chivas, apagó el televisor para preguntarme el motivo de la angustia que me teñía.

Le expliqué el problema; la fiesta en la alberca, mi gordura, y sobre todo le conté de Andrea. Él me dio un consejo tomando el rol de padre. Para mí era un segundo papá, pues siempre estuvo al pendiente de mí, así como de mi familia. Compartimos el gusto por el fútbol, veíamos cada partido y él me enseñó sentirlos con mucha pasión, esa misma que él desbordaba al escribir sus novelas.

Sus palabras me quedaron grabadas – No te avergüences de ser como eres. Eso por lo que te pueden criticar, a lo que muchos dicen defecto, es lo que te hace único. Y si a ella le importas, te aceptará tal y como eres-, - ¿y cómo se si le importo? – le pregunté.

Me miró fijamente a los ojos y me dijo que me arriesgara, que le diera un beso. Me asusté al escuchar la palabra beso. -  No, ¿y si no quiere?, ¿si se ríe de mí? - fueron las cuestiones que salían de mi boca con tono atemorizado.  Mi abuelo me contestó sin titubeos:

-Mínimo sabrás que piensa sobre ti. Pero no le pidas un beso, róbaselo, ya que eso la dejará sin aliento. -
Al ser una persona a la que admiraba y según mi madre como mi abuela, él nunca se equivocaba, llevaría a cabo su consejo. 

*Escritor.

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