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Duelo y desapariciones: Antígona González de Sara Uribe

Por Lesli Mejía*
domingo, 22 de abril de 2018 · 21:55

Antígona González de Sara Uribe enuncia las experiencias de los familiares de los muchos desaparecidos en México. En palabras de Uribe, la obra “es una pieza conceptual basada en la apropiación, intervención y reescritura” (103), y como tal, alude a diferentes textos y casos sobre estas desapariciones.

            Como el título sugiere, la obra se basa en Antígona, la tragedia de Sófocles que se enfoca en la importancia del duelo. Esta obra es protagonizada por Antígona, la hija del rey Edipo, y se trata de que el nuevo rey de Tebas, Creonte, prohíbe el funeral del hermano de ésta, Polinices, porque lo considera un traidor de la patria. Antígona se rehusa a obedecer la ley de Creonte y prefiere ser castigada y morir a no velar a su amado hermano.

            La obra de Uribe retoma la figura de Antígona para la protagonista de su obra, Antígona González, una maestra común y corriente de Tamaulipas cuya vida ha cambiado radicalmente a partir de la desaparición de su hermano, Tadeo.

            Evidentemente, los casos de estas dos Antígonas son diferentes: mientras que el hermano de la griega definitivamente ha muerto, el de la mexicana ha desaparecido. Bajo el contexto de la violencia en México, es probable que Tadeo no siga con vida, pero sin prueba de ello, sin siquiera un cuerpo, para González no hay más que incertidumbre. Ambas Antígonas representan así la necesidad del duelo y de los ritos funerarios que expresan la certeza de una dolorosa pérdida.

           

No desvanecen de nuestras memorias

Antígona González no representa sólo un caso, sino a muchos; por eso, en la obra hay varias voces, así como nombres y datos referentes a casos reales. Igualmente, el Creonte aquí es simbolizado no sólo por el Gobierno, sino por nuestra sociedad indiferente: “Supe que Tamaulipas era Tebas y Creonte este silencio amordazándolo todo” (65).

            Al igual que la protagonista de Sófocles, la de Uribe expresa una oscilación entre la vida y la muerte: entre los vivos y los desaparecidos, los probablemente muertos. No obstante, estos vivos son también una especie de muertos, ya que son excluidos del espacio público por una sociedad que ignora los crímenes por los que sufren. Por ende, Antígona dice: “Yo también estoy desapareciendo, Tadeo. Y todos aquí, sin tu cuerpo, sin los cuerpos de los nuestros. Todos aquí iremos desapareciendo si nadie nos busca, si nadie nos nombra” (95).

            La obra retrata la dolorosa experiencia que comparten miles de mexicanos actualmente: ese titubeo entre la angustia de perder a un ser querido y la esperanza de que algún día aparezca; ese tormento que desestabiliza completamente sus identidades, y ese rencor hacia un sistema que, como el de Creonte, les quitó el derecho de velar un cuerpo. Asimismo, pone en evidencia la realidad social que tantos se afanan por ignorar: una realidad de violencia, angustia y rabia a la que todos estamos expuestos.

            Por lo tanto, Uribe propone una nueva forma de nombrar aquello que debe nombrarse a través de la escritura: al escribir sobre ellos, al darles voz, ni los desaparecidos ni sus familiares se desvanecen de nuestras memorias.

 

Frase:

“La obra retrata la dolorosa experiencia que comparten miles de mexicanos actualmente: ese titubeo entre la angustia de perder a un ser querido y la esperanza de que algún día aparezca; ese tormento que desestabiliza completamente sus identidades, y ese rencor hacia un sistema que, como el de Creonte, les quitó el derecho de velar un cuerpo”.

 

*Estudiante de Literatura Inglesa y escritora.

 

 

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