LOS PALABRARIOS PENSANTES

domingo, 3 de junio de 2018 · 00:00

Por Adán Echeverría* 

Del 24 al 26 de mayo se celebró el Encuentro de Escritores Mares de Tinta, en el puerto de Ensenada, Baja California. Cercano a la fecha, la poeta Flora Calderón me entregó el libro “Efraínimos, villaurrutios y otras estampidas” de la escritora Beatriz Aldaco (Ensenada, B. C., 1962), y me invitó a leerlo para perpetrar un texto en su presentación. Nada pudo darme más gusto.

Desde que tuve el libro ante mis ojos y comencé su revisión, me di cuenta de que se trata de un libro que me será muy útil para las sesiones de Taller de Apreciación Literaria con mi alumnado, un libro que uno no terminará de agradecer en mucho tiempo. Y esto porque reúne muchas cosas positivas: es a la vez homenaje a dos grandes poetas mexicanos Efraín Huerta (1914-1982) y Xavier Villaurrutia (1903-1950), a la maleabilidad de las palabras y sus muchísimas posibilidades de significar, a la tradición poética mexicana revelada en el pilar poético que es “Muerte sin fin”, de José Gorostiza (1901-1973), al vocabulario del mexicano hispanohablante, a la cultura de nuestro pueblo formada de tradición oral, pueblos originarios, política, sociología, relaciones interpersonales. Todo eso y mucho más, dentro de este pequeño universo de 125 páginas llenas de brillo, ingenio, sarcasmo e intelectualidad.

Es conocida la propiedad conmutativa de la multiplicación que dice: “El orden de los factores no altera el producto”; ante este conocimiento, tengo que agregar que en la literatura, como lenguaje, esta máxima no tiene porqué cumplirse, e incluso, el escritor, como creador artístico, debe reconocer las múltiples posibilidades que entrega el cambio en el orden de los factores que terminan siendo cada una de las palabras que conforman un enunciado, frase, oración.

Ya lo decía el excelente poeta Jorge Lara: “En la construcción de todo verso, de cada poema, uno tiene siempre que preguntarse, luego de escribirlo: ¿es lo mejor que lo puedo decir?”; y desde esta pregunta que sobre vuela la hoja blanca, mirar las múltiples variaciones que ocurren con el significado a la hora de hacer pequeños cambios en la conformación de un enunciado, un verso, una oración, porque apenas con un cambio de letra, todo puede ser diferente.

Beatriz Aldaco lo sabe, se ha dado cuenta, y retrata en este libro, esa posibilidad. Tal vez recreando aquel hermoso fragmento de Villaurrutia que dice:

“Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro

cae mi voz

y mi voz que madura

y mi voz quemadura

y mi bosque madura

y mi voz quema dura

como el hielo de vidrio

como el grito de hielo

aquí en el caracol de la oreja”.

Justicia la revolución

Consciente de ese juego que el poeta deja para la eternidad, Beatriz Aldaco nos entrega sus muchas posibilidades en este libro que ha dividido en tres fragmentos: I. Ex sesos políticos, II. Del oído nace el amor y III. Muerde sin fin.

Los dichos del pueblo, los versos de los poetas, ideas de muchos otros escritores, pasan por el rasero de la experiencia, cultura, capacidad intelectual, de la autora quien todo lo cambia de sitio, con apenas unos cuántos giros, aplicando pequeñas vueltas de tuerca a los enunciados para obtener algo totalmente diferente: “Hay gente a la que no le ha hecho justicia la evolución”. Sirva este ejemplo como pequeño ejercicio del pensamiento. La autora apenas ha cambiado “Revolución” por “Evolución”, y el significado se vuelve una gran crítica a la sociedad.

El texto original podría ser: “Te ha hecho justicia la revolución”, y esto tiene una implicación respecto de que un gran movimiento social acaba por cumplir aquello que había desatado su lucha: Tierra para los campesinos, salud, educación, mejoras económicas para el pueblo. Por lo cual el dicho, cuando a uno le va mal es: “No me ha hecho justicia la revolución”.

Beatriz Aldaco cambia apenas una palabra y desata una idea: Hay personas que no han evolucionado. Si la idea evolutiva del hombre ha sido pasar de mono-varias especies de homínidos, hasta el Homo sapiens, pensar que a algunas personas “no les ha hecho justicia la evolución”, implica que siguen portándose como neandertales. Y eso es apenas una forma de encararse con el postulado que la autora expone.

Otro ejemplo puede ser: “El yerro es el mejor amigo del hombre”; cambiar ‘p’ por ‘y’, y reconocer la verdad de lo escrito: el hombre comete siempre errores, es parte de su naturaleza equivocarse.

Los invito a regalarse muchas carcajadas con este maravilloso libro, que te dejará pensando. Yo agradezco la posibilidad de haber tenido la oportunidad de leerlo.

Aldaco, Beatriz. 2017. Efraínimos, villaurrutios y otras estampidas. Aldamar Ediciones. Ensenada, Baja California. 125 pp.

*Escritor y editor.

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