MUNDO DIGITAL

Historia, computación y narcotráfico

La nueva alumna era de una posición acomodada, sospechábamos de ella además porque no se le había hecho aprobar el examen para estudiar la carrera de cómputo
C&T
viernes, 11 de abril de 2014 · 21:43
La historia de la computación en Baja California es rica pero no está documentada. Por lo menos quien esto escribe no conoce de libro o reseña alguna que haya documentado los eventos informáticos relevantes de nuestro estado.
 Pero si algún día se escribe, seguramente incluirá hitos tan relevantes como la llegada de IBM a Mexicali para atender al gobierno del estado y a las empresas de la región. También resaltaría la formación de las primeras compañías informáticas locales por emprendedores bajacalifornianos egresados del Tecnológico de Monterrey, como la empresa  Grupo Altor (Alta Tecnología en su Organización) de Tijuana; así como la empresa Línea de Datos, de Ensenada. Hitos tan importantes como la primera empresa de desarrollo tecnológico de exportación como lo fue Digital Data, también de Ensenada; y lo es ahora Grupo Tress Internacional. 
La historia también contemplaría las primeras carreras profesionales en tecnologías de la información en nuestro estado, como la de Ingeniería en Ciencias Computacionales en el Cetys Mexicali, la cual se abrió en 1975. Poco después se abrió la Licenciatura en Informática en el Instituto Tecnológico de Tijuana; y posteriormente la maestría en Ciencias de la Computación en el Cicese.

Los proyectos
Sin duda se incluirían proyectos emblemáticos de la región como el cajero automático de Teléfonos del Noroeste; y Exhcoba, el Examen de Habilidades y Conocimientos de la UABC. Examen de selección que la UABC comercializó y aún comercializa a otras universidades del país.
 La historia informática regional también contendría una sección especial para las revistas  especializadas en temas computacionales como Infosistemas y PC Noticias, las cuales circularon a mediados de los 90. Antes hubo otra revista llamada simplemente Sistemas Computacionales. La historia no se olvidaría de aquel grupo de usuarios que se reunía en la Zona Río de Tijuana y el cual se anunciaba en la sección "user’s groups” de la revista San Dieguina "Computor Edge”. Ni de los múltiples intentos de asociación profesional que se dieron, como la Asociación de Profesionales en Informática de mediados de los 90 o del Colegio de Profesionales en Tecnologías de la información de Baja California”, de mediados de la primera década del siglo XXI. Ni del "Clúster de Tecnologías de Información de Baja California”. Todos difuntos o inactivos. O de Proyectos ambiciosos que nunca arrancaron como Ciudad Cableada de Ensenada.
 

Programadores bajacalifornianos en 1985
Dentro de todos estos eventos tan relevantes hay uno que quizás no aparecería. O si acaso tuviera cuando mucho unas cuantas líneas: El plantel La Mesa, en Tijuana, del Colegio de Bachilleres de Baja California (Cobach) fue el primero de los planteles del Cobach, y quizás el primero en todas las preparatorias públicas del estado, en contar con una especialidad de programador de computadoras. Esto fue en 1985. Quien esto escribe cursó esa especialidad durante esos pioneros días.
La especialidad fue todo un acontecimiento. Director, subdirectores, maestros, técnicos, prefectos, secretarias, alumnos, todos nos involucramos. Hubo mucho apoyo de la dirección. Recuerdo muy bien cuando llegaron las computadoras, de la marca Kaypro. Utilizaban el sistema operativo CP/M. 
Cuando se abrió la especialidad en computación fue tanta la demanda que los directivos decidieron hacer un examen de selección. No recuerdo los pormenores, pero fui seleccionado.
 
Una estudiante con influencias
El escoger la especialidad significó que los grupos formados durante el tronco común curricular durante los tres semestres anteriores fueron separados, encaminando a cada quien a su respectiva especialidad, formándose así nuevos grupos. Algunos nos conocíamos bien, otros solamente de vista; pero todos nos conocíamos… salvo una persona nueva. Al iniciar el nuevo semestre, entre nosotros, en el selecto grupo de la especialidad de programadores de computadoras, había una persona que no había cursado los semestres anteriores en el plantel La Mesa. A todos nos llamó la atención. Omitiré su nombre por respeto a su privacidad, digamos que se llamaba Verónica. Su apellido sí es real: Contreras. Se apreciaba que Verónica era de una posición social acomodada. Lo primero que pensamos fue que tenía influencias, que por eso cursaba la especialidad con nosotros. Después ella misma lo confirmó. Una maestra nos preguntó el porqué habíamos escogido esa especialidad, todos dimos nuestra razón. La respuesta de Verónica fue que ¡se la ofrecieron! En su respuesta contó que el director le dijo al papá que se acababa de abrir una opción nueva y que era la mejor opción para Verónica. Ella no hizo examen.  
 Verónica vivía por la misma zona de la ciudad que este autor. Un día ella junto con sus hermanos, quienes eran menores y cursaban los primeros semestres, me ofreció "raite”, pero me dijo que sólo me podría acercar, que llegaríamos a su casa, que no me llevaría a la mía. De allí yo caminaría el resto.  Acepté. Recuerdo muy bien sus palabras cuando llegamos a su casa, una mansión. Me dijo: "no te asustes”. Seguro que me vio palidecer ante la sorpresa. ¡Era la casa de José Contreras Subías!
 Todo Tijuana sabía quién era Contreras Subías y a qué se dedicaba. Era narcotraficante. Mano derecha de Rafael Caro Quintero. Esas eran las influencias de las que gozaba Verónica.
 
En Sinaloa
Jesús Blancornelas en su libro El Cártel, cita a un general del ejército de apellido Hernández Toledo, quien a principios de los 80 les dice en su cara a los hombres de negocio de Culiacán que ellos, la sociedad, permitía la presencia del narcotráfico al tener relaciones sociales y comerciales con estos. Blancornelas escribe: "Hernández preguntó a los más pudientes sinaloenses: ¿De qué manera se explica que los hijos de narcotraficantes van a los mismos colegios de sus hijos? Nadie contestó”. En el mismo libro Blancornelas también cita al gobernador Juan Sigfrido Millán quien dice que en Sinaloa a los narcotraficantes se les acepta como gente normal. Millán remata diciendo: contaminan.
 
Unas cuantas líneas
En Tijuana sucedió exactamente lo mismo. Nuestro director, abogado de profesión, también sabía quién era Contreras Subías. Tuvo tratos con uno de los narcotraficantes más poderosos de México.
 
Al egresar nunca más supe de Verónica. De los hermanos sí, parece que seguían los pasos del papá. Los noticieros después dieron cuenta de cosas que, me imagino, fueron terribles para Verónica. Primero le asesinaron al papá, en esa misma mansión. Después le asesinaron a su esposo, a quien también conocí porque iba por ella a la escuela cuando noviaban. El triste destino de quien elige esa vida. 
 
Si la historia informática de la región llega a cubrir los pioneros días de la especialidad en programación de computadoras del Cobach será sabia en dedicarle sólo unas cuantas líneas.
 
 *El autor es licenciado en Ciencias Computacionales por la UABC, cuenta con Maestría en Redes y
Telecomunicaciones por Cetys Universidad. Ejerce en la iniciativa privada. scastro@cetys.edu.mx


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