POR SI LAS MOSCAS

Un nuevo amanecer

Por Laura Monzón
viernes, 30 de noviembre de 2018 · 00:00

La investidura de Andrés Manuel López Obrador como presidente de la república amorosa está por llevarse a cabo, para regocijo de los que aún le creen.

Acompañado por mandatarios de Cuba, Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia, Venezuela, Bolivia, la República Árabe Saharaui Democrática y otros países confirmados, el día de mañana, a las 11:00 horas, López Obrador será ungido como presidente legítimo de México (por segunda ocasión) en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Luego de un mensaje a la nación, el recién coronado monarca será trasladado entre bombos y platillos a Palacio Nacional, su futura morada, para tener una reunión privada con los invitados de honor.

A las 14:30 horas, en el Zócalo capitalino dará inicio “AMLO Fest”, una verbena cultural para festejar con algarabía musical el inicio de la Cuarta Transformación.

Momentos después, el nuevo mandatario dirigirá unas palabras a sus súbditos y recibirá el Bastón de Mando por parte de los representantes de los pueblos indígenas.

La real celebración finalizará a las 21:00 horas, aunque se rumora que la fiesta podría mantenerse el mes entero, para darle más pan y circo al “pueblo sabio”.

Al día siguiente, es decir, el 2 de diciembre, cuando las campanas de la Catedral anuncien la hora prima y las aves coloridas levanten el vuelo hacia el cielo azul, comenzaremos a ver los cambios presagiados: la corrupción desaparecerá, se acabará la violencia, el dólar bajará a 10 y la gasolina a 8 pesos; el sol del primer mundo iluminará las tierras mexicanas olvidadas por los dioses y todos cantaremos los temas de Belinda.

Mientras se preparan las enormes ollas de atole, la turbiedad cubre los aires mexicanos y seguimos sin saber qué nos deparará el sexenio a punto de comenzar, a causa de los desaires e incoherencias de López Obrador durante su gestión monárquica adelantada.

Carlos Urzúa tuvo que salir a calmar al mundo entero ante la incertidumbre que marca la llegada del Gobierno entrante, por las declaraciones de los diputados, que de negocios no saben nada, y las palabras de su patrón de cómo pretende llevar las finanzas.

La inversión extranjera visualiza a López Obrador como un personaje muy populista, autoritario e inclinado a crear más intervencionismo gubernamental, a causa de la cancelación del NAIM, la guerra declarada a los mercados financieros y la creación de la Guardia Nacional que podría acercarnos a un régimen militar.

Además, el oráculo indica que sí se llevarán a cabo los proyectos sociales populacheros, el Tren Maya que no tiene pies ni cabeza y la refinería innecesaria, todos avalados por la consulta fraudulenta de urnas “embarazadas”, aunque no se sabe aún de dónde saldrá el dinero para echarlos a andar.

No podemos olvidar la verborrea del senador Félix Salgado Macedonio. que no sabe que México (aún) es una república, representativa, democrática y federal, a quien se le ocurrió amenazar a los gobernadores de desaparecer los poderes estatales, si no se alineaban con los cambios de la cuarta transformación centralista y mesiánica, avalada por la recién aprobada Ley Orgánica de la Administración Pública y la figura de los “súper delegados”.

Total que López Obrador está a unas horas de convertirse en un mandatario que pretende pasar a la historia como el mejor presidente de México, aunque las evidencias comienzan a mostrar la otra cara de la moneda.

Sin embargo, tiene a su disposición un Congreso de mayoría morenista dispuesto a manosear la Constitución para acomodar las leyes a su gusto y un pueblo ni sabio ni bueno, manipulado a voluntad, que aún cree en sus discursos de la cuarta transformación para bien.

¿Pero para bien de quién?

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