PROYECTOVINO

“Enamorada por primera vez Parte 2”

Por Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 1 de febrero de 2018 · 00:00
Al otro día por la mañana visité el hermoso Museo de la Vid y el Vino, una estructura arquitectónica imponente. Entramos y desde la primera sala pude sentir cómo es que el conocer la historia de las cosas te hace comprenderlas desde el fondo, como si de pronto formaras parte de una familia.

La colección permanente de este museo ofrece al público un recorrido por la historia, la industria, la identidad y el vino, así como su relación con el arte, todo esto distribuido en sus dos niveles. En la Sala de Historia se puede conocer acerca de las primeras evidencias de la elaboración del vino en el mundo, y de cómo esta bebida forma parte de los usos y costumbres de pueblos y civilizaciones. Aquí también se encuentra la historia reciente de la vitivinicultura en México a partir de la llegada de los españoles y el desarrollo con la presencia de los misioneros en Baja California, hasta nuestros días.

La Sala de Industria muestra los procesos de elaboración del vino, desde la tierra, con el ciclo vegetativo de la vid, tipos de varietales y técnicas de riego. Los procesos para la producción de los vinos tintos, blancos y artesanales, encorche, embotellado, crianza y distribución.

Por los ventanales se puede ver como el museo está rodeado por viñedos. Saliendo de ahí nos dirigimos Adobe Guadalupe. Esta vinícola tiene una historia preciosa, La señora Tru Miller, encontró el Valle de Guadalupe de una forma celestial y guiada por su ángel personal, es por esto que esta vinícola está hecha por puro arcángel, Miguel, Rafael, Uriel y Gabriel son sólo algunos de los impresionantes vinos que hacen en este lugar tan especial. Además de vinícola, Adobe Guadalupe tiene de las habitaciones más bellas en el Valle de Guadalupe, con suerte podrás hospedarte en una y escuchar de la propia Tru, compartiendo en su propio comedor, una copa de vino, ésta que es su historia de amor.

Mi siguiente lugar de destino fue en Rosarito. Me habían platicado de una vinícola muy particular, no estaba dentro de los valles, había ya escuchado puras maravillas de estos vinos y aun no los había probado. Al llegar a este lugar y cruzar la puerta, todo fue magia. Los mejores anfitriones que me han tocado en la zona vinícola más grande del país y eso que todos son maravillosos, pero Jezabel y Julio, son punto y aparte.

Entrar a Claudius es como dije, mágico. Me platicaron la historia de su vino. De cómo Julio Benito le apostó a México y cómo es que decidió estar en Rosarito siendo completamente distinto a todas las demás bodegas. (¿Se fijan cómo no les he contado las historias?, lo hago con el propósito de que ustedes mismos vayan a escucharlas).

Entre Jezabel, Julio y nuestra divina acompañante Paula, me llevaron a los tanques de fermentación donde Julio me platicaba que en cada tanque tenía separados los caldos no sólo por uvas, sino también por regiones. De cada tanque me dio a degustar para que notara la diferencia del vino terminado.

Pasamos después a la cava. Amo las cavas, pero ésta es una cava muy especial, tiene barricas hasta todo lo alto del techo, y entre aromas exquisitos Julio me dio a degustar desde la mismísima barrica. Mi experiencia fue irreal, jamás me habían dado un vino desde la barrica, jamás se me olvidará. Fue una de las mejores tardes, ya que al terminar el recorrido en su hermosa barra de madera abrimos unas 4 botellas de vino más. La plática y la compañía hicieron que el día se convirtiera en noche, sin darnos cuenta.

Así es que si no lo sabían, vale muchísimo la pena que vayan a conocer el proceso de vinificación de Claudius, uno de mis vinos favoritos de México.

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