LA OTRA HISTORIA

El poder de las palabras

Por Lucía Garayzar*
miércoles, 7 de febrero de 2018 · 00:00
A las palabras no se las lleva el viento, cada idea pronunciada tiene la capacidad de crear o destruir, por ello es importante que antes de hablar se analice cuidadosamente lo que se quiere decir, pues una vez articuladas, difícilmente las podremos hacer regresar.

La historia nos ha demostrado que un buen discurso, tiene el poder de cambiar la visión no solo de unos cuantos, sino del mundo entero. Para que un juego de palabras trascienda, debe acompañarse siempre por la convicción y el carisma. Las ideas bien enunciadas, solo serán motivadoras e inspiradoras cuando se les une la autenticidad de la personalidad.

La frase “tengo un sueño”, nunca estuvo prevista en el famoso discurso de Martin Luther King, de hecho, sus asesores le habían recomendado no repetirla, pues ya la había utilizado en varias ocasiones, sin embargo, en el último momento, la inspiración oportuna para tan extraordinaria ocasión, marcó para siempre la historia de los Estados Unidos de Norteamérica.

Steve Jobs sacudió al mundo cuando se presentó en la Universidad de Stanford con aquel discurso, donde no sólo confesó el cáncer que lo consumía, sino que también dio una lección de vida. «Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme en las grandes decisiones de mi vida. Porque casi todo -todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso- todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solamente aquello que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder. Ya están desnudos. No hay ninguna razón para no seguir a su corazón».

Amable lector:
El gran desafío de nuestros actuales líderes políticos, estriba en encontrar palabras poderosas que muevan y mantengan viva la confianza de la gente. ¿En quién confiar cuando los personajes que pretenden gobernar utilizan los medios de comunicación para enviarse ráfagas de críticas y ofensas dignas de lavadero y de risa? Todos, buscando la manera de descalificar, olvidando por completo la oportunidad que tienen enfrente para destacar lo mejor de cada uno. De plano, ¿será que ninguno cuenta con alguna fortaleza digna de presumir al electorado?

Próximamente como en las carteleras de espectáculos, darán inicio los discursos. Lo más probable es que escuchemos, las palabras de siempre, dichas por la gente de siempre. Nada cautivador, nada convincente y nada digno de confianza.

Tal vez los discursos sean distintos cuando la clase política sea diferente. ¿Cómo pretender escuchar palabras estremecedoras en boca de personajes rapaces que sólo buscan el poder? Las palabras que tocan el corazón de la gente, salen de aquellos que buscan primeramente el bienestar de su pueblo, todo lo demás es paja. Las palabras verdaderas permanecen por siempre.

* La autora es profesora

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