aterrizajes

los miserables acaparando las listas

Por Adán Echeverría
martes, 13 de marzo de 2018 · 00:00

Me han acusado de todo, me han insultado infinidad de veces, incluso se han atrevido a decir que soy un maiceado por algún grupo político. Aún no se de cuál se trata, pero lo que sí sé, es que luego de haber salido del posdoctorado en la Universidad, me mantengo impartiendo cursos de literatura, español y de asesorar proyectos productivos y ambientalistas, por cuenta propia. Pero aún no me han llegado a casa, ni a mi cuenta de banco, los grandes montos económicos que mis acusadores aseguran me entrega el PRI, o el PAN, PRD o Morena, dependiendo quién quiera acusarme.

Como columnista en la página de opinión en este y en algunos otros periódicos donde participo no recibo paga, ni aún en los portales de noticias que gustan brindarme un espacio para escribir lo que pienso. Como escritor, como tallerista, lo digo siempre a mis alumnos, uno escribe porque necesita comunicar y mucho agradezco los espacios de los medios que así me lo permiten. Pero la gente lectora de la prensa, la que persigue como grupie, como fanático, a su político de preferencia, no alcanza a entender cómo alguien puede escribir sin recibir pago. Bueno, habría que decirles que vivimos en México y esa es la mayor certeza.

Los medios que me brindan espacios de opinión, no son aquellos emporios periodísticos de la Ciudad de México que buscan dar cartel a ciertos columnistas de todos los días, quienes sí logran vivir de sus escritos. México sigue siendo extremadamente centralista. Al grado de pensar que un sismo en la Ciudad de México requiere horas y horas de transmisiones y condolencias, pero un sismo en Mexicali, en Oaxaca, Tlaxcala, Guerrero, no lo necesita.

Los políticos locales, los de Ensenada, los de Baja California, de muchos municipios o alguno de los otros 31 Estados de la república, tienen ventajas y desventajas. Ventaja es no estar continuamente en el flechero de la prensa nacional (ufff, se sacuden el sudor de la frente), y desventajas porque tampoco pueden servirse con la cuchara grande los grandes montos financieros que les representaría una senaduría, una diputación federal (hey, acá es cuando los voltean a ver).

Lo triste no es el comportamiento de los políticos locales, una mujer puede ser suegra de la hija del alcalde y alcalde y consuegra ser de banderas partidistas diferentes. Una joya de Montescos y Capuletos reloaded; pero en el pequeño pueblo que habitamos a nadie le importa, eso no es noticia. Seguirán siendo noticias las muchas muertes, y se seguirá diciendo: “Antes Ensenada no era así, cuánto ha cambiado”. Y les falta añadir (muchos lo piensan pero por ser políticamente correctos se contienen): los fuereños tienen la culpa. Pero qué somos la gran mayoría de habitantes de Ensenada, sino migrantes. ¿Cuántas generaciones hacia atrás puedes contar a tus descendientes nacidos en Ensenada? Mi hijo es nacido en Ensenada, acá compré mi casa. Yo soy de donde vivo, no se confundan.

Hoy, cuando de nuevo vuelven a insultar mi inteligencia, cuando de nuevo vuelven a cuestionar mis puntos de vista con ese desprecio fanático de quien lo emite, por correr a defender a ultranza cualquier decisión de su personaje político favorito, no me queda más que conceder: “Qué tonto soy al no darme cuenta de los múltiples beneficios que le trae al pueblo de México la entrega de Fuero a Napoleón Gómez Urrutia. En verdad que soy un pobre inepto maiceado por el sistema”.

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