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¿Dónde han ido a parar los árboles?

Por Dr. Adán Echeverría-García
sábado, 28 de abril de 2018 · 00:00

Celebremos la vida. Celebremos la fuerza de nuestra Madre Tierra, que continúa soportando el constante golpeteo de la explotación que el ser humano insiste en realizar sobre los recursos naturales. A punto estamos ya de perder una especie más. El drama de la vaquita marina debe llamarnos a la reflexión, la pérdida de espacios para el borrego cimarrón, el angustioso avance de las comunidades humanas sobre los hábitat, los ecosistemas, de esta nuestra península de Baja California.

He leído con mucha pena que no sólo perdemos especies, hemos perdido igual a nuestros pueblos originarios. ¿Dónde están los kiliwas, cómo le hemos hecho para terminar con otras poblaciones humanas? Al abandonar sus lenguajes y sus tradiciones, su cultura; no queremos darnos cuenta que se nos escapan de a poco las oportunidades. El calor avanza, la erosión se hace cada día más presente en nuestros paisajes.

Los residuos sólidos, los contaminantes orgánicos fluyendo por las cañadas; le ganamos terrenos al mar, cortamos los cerros, pavimentamos las cañadas, y picamos y picamos en la corteza terrestre; y cuando la Tierra se sacude, entonces tenemos miedo ante el huracán, el terremoto, el tsnuami, los tornados, las lluvias que de pronto no ceden, y cuando el agua fluye y fluye arrastrándolo todo, entonces nos preguntamos ¿por qué a nosotros?

Seguimos esperando que las autoridades validen aquellos proyectos que buscan generar corredores verdes para nuestra ciudad, y aún seguimos dudando. ¿Acaso no podemos comprender la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza? Este Día de la Tierra ¿qué cosa queremos celebrar? ¿Acaso el calentamiento global que muchos aún insisten en negar? ¿Acaso seguiremos validando la deforestación, la falta de árboles, el corte natural del agua que fluye del monte hacia el mar? ¿Qué cosa estamos dispuestos a cambiar para vivir en armonía con los otros humanos, con las especies animales, con los árboles?

¿Cuántos árboles estamos dispuestos a sembrar cada año? ¿Cuántos árboles estamos seguros de querer arrancar a la tierra? ¿Alguna vez lograremos entenderlo? ¿Cuántas especies más miraremos desaparecer? Sigo creyendo que la humanidad tiene esperanza de salir delante de sí misma, y que podrá recuperar la cordura. Nos hace falta interesarnos en volver al campo. Enseñar a los hijos a convivir con la naturaleza. Nos hace falta soltarlos del video juego y llevarlos a vivir el juego de vivir junto a la naturaleza, a enlodarse, a caminar los bosques, a acampar bajo las estrellas, a practicar senderismo, a disfrutar del canto de las aves, a contemplar su danza al remontar el vuelo.

Volvamos a la naturaleza. Encontremos la armonía entre sus hojas, caminando sobre su suelo, sintiendo sobre nuestra piel la sombra de los árboles. Dejemos que el viento nos acaricie la piel, amemos la puesta del sol, miremos el cielo estrellado, ahí acostados en el campamento, lejos de la ciudad. Hagamos de nuestras ciudades sitios que recuperen el ambiente natural. Espacios para caminar, parques llenos de árboles de la región, corredores de jardines para la contemplación. Sembremos los camellones de las avenidas, reforestemos los parques, disfrutemos la germinación de toda semilla. Celebremos la vida, celebremos el Día de la Tierra en cada uno de los amaneceres de nuestra vida.

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