LA CARROCA

Variadito

Por Soraya Valencia Mayoral*
sábado, 11 de agosto de 2018 · 00:00

Mientras intentaba teclear esta Carroca vi a través de la ventana a una mujer que, en la acera de mi casa, sacaba del bolso tamaño celular y al parecer recibía y enviaba mensajes. La paranoia que nos ocupa me hizo pensar que se trataba de una de esas personas que, de tanto en tanto, recorren nuestras calles tomando fotos a las casas, asomando sobre los enrejados y atisbando al interior de los coches. Pero no. Era una señora que por casualidad se detuvo ante mi puerta para atender su pendientes. Se está haciendo costumbre que una de las calles de nuestra colonia se quede sin luz a eso de las 3 de la mañana porque unos expertos en cables de alta tensión los roban. Respecto al abasto de agua el problema de este verano han sido las tuberías rotas con las respectivas fugas. Y de no ser por un generoso vecino que nos ayuda con la recolección de basura ya estarían corriendo los gusanos por toda la colonia. Pero fuera de esto, todo bien por el barrio.

El 8 de agosto, presente lo tengo yo, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hizo pública declaración de la validez de la pasada elección y entregó la constancia que acredita a Andrés Manuel López Obrador como presidente electo. Del 2006 a la fecha hay mucha historia para contar desde diferentes ángulos y perspectivas. Pero es un hecho indiscutible que la gente salió a votar como nunca antes y lo hizo de manera libre y razonada. Espero que la ciudadanía - y los futuros ciudadanos, los que aún no alcanzan la mayoría de edad- valoren el poder del voto y la participación y lo que es posible lograr cuando en una elección la diferencia entre el primero y segundo lugar es tan grande que no deja espacio para la duda. El abstencionismo, enemigo jurado de la democracia, solo nos lleva a mantener inamovible el orden de las cosas.

Y pasando a un tema muy espinoso, en Argentina se vivieron momentos de altísima tensión social y política mientras el senado votaba la controvertida ley del aborto. Para un Estado no confesional el aborto es un problema de salud pública por la tasa de mortalidad de las mujeres que recurren al aborto clandestino, -esa oscura red de negocios que involucra a hospitales y personal sanitario, que nadie se atreve a señalar ni denunciar y que urge investigar a fondo-, además de las consecuencias físicas y psicológicas que pudieran derivarse. Y hay que decirlo: la incidencia del aborto no ha de ser tan baja entre la población católica porque el Papa Francisco delegó la potestad para absolver a los padrecitos, (que son quienes caminan con la comunidad y conocen el fondo de la olla), que era exclusiva del obispo. El que la ley no haya pasado no significa que el debate está cerrado. Personalmente pienso que no recomendaría el aborto a ninguna mujer. Amo profundamente la vida, la considero el mayor don y la única oportunidad de ser, de pasar por la historia. Pero tampoco criminalizaría a una mujer que tomara esta decisión, ni la denunciaría. Y quiero creer que menos la dejaría sola. En tanto, a las familias nos corresponde educar y educar bien. Vale.

*La autora es mujer de letras sacras y profanas

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