DÍA DEL SEÑOR

III Domingo Tiempo Ordinario Ciclo “C”

Por Padre Carlos Poma Henestrosa
sábado, 26 de enero de 2019 · 00:00

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 1, 1-4; 4, 14-21)

El evangelio de este día, nos dice que Jesús, después de haber realizado su primer milagro en Caná de Galilea, comenzó a enseñar en las Sinagogas. En Jerusalén existía un solo Templo, cada pueblo tenía su propia Sinagoga, donde cada sábado, se celebraba un oficio litúrgico en el que era fácil participar para leer y comentar la Palabra de Dios.

Jesús, decide ir a Nazaret, el pueblo donde había crecido y vivido y aquel sábado -no por casualidad, sino providencialmente le tocó “el volumen del Profeta Isaías donde estaba escrito” lo que se refería a la misión del Mesías.

Siempre que se leía este trozo, la gente pensaba en ese Mesías tan esperado por todo el pueblo de Israel. Pero ese día en que Jesús lee lo dicho sobre El, se le ocurre rematar la lectura diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

Imaginemos ahora el asombro de los presentes. ¿Cómo puede ser posible esto? ¿No es éste Jesús, el hijo del carpintero? Nazaret era una ciudad pequeña, todos lo conocían como un hombre cualquiera, y ahora venía a decir que era el Mesías. La discusión que se suscitó terminó con la conocida frase de Jesús, que “nadie es profeta en su tierra”. Y hasta trataron de empujarlo por un barranco, pero Él se les desapareció sin que se dieran cuenta.

Jesús anuncia que Dios va a actuar a través de él, para eso le ha ungido con su espíritu y le ha enviado. Jesús llama hoy también a que le sigan quienes quieran participar con él en su misión de presentar la Noticia de Dios y trabajar por realizarla.

A Dios no le agrada, que en este mundo unos hombres hagamos sufrir a otros. Dios siente el dolor, el sufrimiento de los explotados y oprimidos y envía a su Hijo para presentar la Buena Noticia y poner remedio. Nosotros conocemos, que en la vida en la que vivimos, hay personas que afrontan situaciones difíciles, realidades parecidas a éstas que Jesús denuncia, donde se espera ver personas con una conducta íntegra, que ayuden a vivir. Todos vivimos hoy rodeados de muchos que sufren y a los que se puede aliviar, se les puede curar en sus sufrimientos, y se pueden y deben suprimir las injusticias que padecen.

Comencemos por aceptar esta palabra, que Jesús nos dirige hoy, dejarnos convencer por ella, decidámonos a obrar en consecuencia, y en el mundo, poco a poco sí, pero seguirá implantándose el Reino de Dios, que es Reino de justicia, de amor y de paz.

Que la presencia del Hijo de Dios entre nosotros, los siga bendiciendo hoy y siempre.

cpomah@yahoo.com

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