LA CARROCA

Juicios otra vez

Por Soraya Valencia Mayoral*
sábado, 26 de enero de 2019 · 00:00

Tal parece que estamos tan acostumbrados a la humillación y las etiquetas denigrantes - somos corruptos, irresponsables, negligentes, sí, somos lo peor - que cuando un connacional brilla y destaca a nivel internacional, y en este caso es mujer y de origen indígena, más que manifestar orgullo entramos al juego del vituperio y la denostación.

Es el caso de la actriz, (sí, actriz) Yalitza Aparicio, protagonista de Roma. La también actriz (de academia) y maestra en actuación Patricia Reyes Spíndola consideró que la de Yalitza será una carrera breve porque no es una actriz. A lo que Cuarón respondió que ella puede representar cualquier papel. Así las cosas. Mientras el mundo del séptimo arte y de las pasarelas descubre la belleza de los pueblos originarios (y un nuevo objeto de mercado) y la propone como modelo estético en sus revistas y publicaciones, acá algunos no la bajan de chacha. Al filme no le ha ido tan bien entre los críticos improvisados de las redes sociales que hoy por hoy custodian la guillotina virtual, afirmando con gran autoridad que la película es lenta, sin historia, nada interesante. Y bueno, seguramente para quien ha “formado” su gusto en el cine de grandes efectos especiales, con técnicas sofisticadas en el manejo del tiempo y del espacio, veloces hasta el vértigo pero muchas veces sin sustancia, una obra como la de Cuarón o alguna de Bergman o Fellini se les haga un tronco difícil de digerir. No quiero pensar lo que dirían de Solaris, pero la de Tarkovski.

Y continuando con los juicios y valoraciones no puedo dejar de comentar lo del último sabotaje a los ductos de PEMEX por parte del crimen tan bien organizado. Vimos con horror como en la fiesta macabra de los huachicoleros la gente salió volando en medio de las llamas. Y las reacciones entre los árbitros de la moral no se hicieron esperar. La más terrible: “Sí, se lo merecen por ladrones”. Otra: “Si cometieron un delito es la justa consecuencia de sus decisiones”. Y más: “Eso pasa por no educar a los hijos”, “Sabían muy bien en lo que se metían”, “Eso pasa por no actuar de acuerdo a los valores”, etc. Como si en un pueblo olvidado, donde rige la ley de la selva y las autoridades son los delincuentes o los delincuentes son autoridades, donde el robo de combustible es lo ordinario, donde la distinción entre lo bueno y lo malo, lo incorrecto y lo justo se ha ido difuminando como consecuencia de la exclusión uno pudiera tener la autoridad moral para hacerles un examen de ética y valores desde la comodidad de nuestras casas clasemedieras. Pero a quienes mueven los hilos de esta empresa de terror se les llama personas exitosas. Sí señor, a ellos todo el honor y el poder. Dios los ha bendecido por eso gozan de semejante fortuna. Los pobretones que viven bajo la ley del huachicol que ardan en el infierno y si se puede, un poco antes.

Y para terminar, Dafne, aquella mujer que tuvo la desgracia de un mal parto en un baño de los almacenes Liverpool, por fin ha salido de prisión. Y seguramente habrá quien esté pensando que la pecadora mala madre debería consumirse en la cárcel. Vale.

*La autora es mujer de letras sacras y profanas

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