LUCES DE LA BAHÍA

Nueva caravana de vecinos

Por Juan Zamora Hernández
sábado, 26 de enero de 2019 · 00:00

El emigrar de un país a otro no tiene nada de raro, y más si al país que vamos nos recibe con los brazos abiertos dándonos todas las facilidades para cruzar todo el territorio nacional hasta llegar a la frontera del actual imperio más grande del mundo, y así t tratar de cruzar las aduanas y poder llegar al paraíso para realizar el más grande de los sueños que es el de alcanzar el “American way of life”.

Hasta ahí vamos bien, todo mundo tiene derecho a soñar y emprender el camino que crea más conveniente, no importando las penurias, el hambre, la sed, el calor, el frío, en fin, sufrir todas las inclemencias del tiempo y los pesares que ocasiona el viajar grandes distancias sin contar con los medios de locomoción adecuado; y más si se trae familia pequeña o adultos de la tercera edad es un verdadero sacrificio y tormento el que se vive. Pero qué importa, si llegando a nuestro destino vamos a “barrer” los dólares para vivir bien o mejor que en nuestra tierra, a la que dejamos por causas políticas y económicas en las que no se puede vivir.

Ese es el problema de los migrantes. Que es un verdadero misterio el saber quién o quienes se encargan de organizar estos grupos, y… ¿cuál es la causa que los obliga a salir de su patria?... Pero… ¿y nosotros?, ¿qué es lo que pasa con nosotros?

Sin embargo, resulta que a las personas que cruzan por nuestros pueblos y ciudades, sencillamente estamos obligados a prestarles toda la ayuda necesaria para que ellos logren tan anhelado sueño, y eso me parecen bien, no importando que donde quiera que llegan nos dejen llenos de inmundicia, basura, y que además estamos obligados a darles de comer, pero no frijoles y tortillas; esa comida es para los puercos, a ellos hay que darles comida regular, y proporcionarles, agua, para beber, agua para lavar su ropa, sanitarios y todos los utensilios, como jabón, toallas, etc. Además, también debemos proporcionarles tiendas de campaña, catres, cobijas, almohadas y todo lo que sea necesario para vivir.

Y como nosotros vivimos en la abundancia, pues también les vamos a dar unos mil doscientos pesos quincenales para sus gastos más apremiantes, y buscarles un lugar adecuado para que tengan ciertas comodidades. ¿Por qué como sucedió en Tijuana?, al parecer no les gustó el lugar donde estaban. ¡Ah! Pero falta lo mejor, porque si violan nuestras leyes o cometen un delito, no se les puede consignar, porque entran los Derechos Humanos para protegerlos y evitar que ellos pisen la cárcel… ¡perfecto! Somos los mejores anfitriones, para cualquiera que venga de otro país, no importando que tengamos gente muerta de hambre en algunos estados de la república, o que tengan que morir calcinados por robarse unos litros de gasolina para venderlos y comer, eso no importa.

Lo que nos debe preocupar es el atender a nuestros visitantes y tratarlos como los mejores turistas, ya que vienen conociendo nuestras ciudades, pueblos y costumbres, y eso hay que festejarlo y darles las gracias por su visita. Y como nos da mucho gusto su presencia, ya invitamos a otros tres mil más, para que nos llenen de alegría. Para tal acto enviamos a la flamante Secretaria de Gobernación, para que les diera la bienvenida y atenderlos con todos los honores.

Pero así somos… ¿y qué? Eso a quién le importa, Así es que sigamos adelante que al fin vamos bien.

Y con esto me despido, deseándoles que la cuesta de Enero no les sea tan pesada. Hasta la próxima. D.M.

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