DÍA DEL SEÑOR

XXXII

Por Domingo Tiempo Ordinario
sábado, 9 de noviembre de 2019 · 00:00

Ciclo “C”

“Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven”

(Lc 20, 27-38)

Padre Carlos Poma Henostroza
El Evangelio de este domingo sitúa la gran esperanza que nos da Jesús respecto al mundo futuro. Nos dice que seremos como ángeles y es una promesa indudable que abre un camino de esperanza. A partir de la Resurrección de Jesús, moriremos pero resucitaremos.

La verdadera Vida comienza después de la muerte. Esta vida es sólo una preparación para esa otra Vida. Por eso rezamos en el Credo: “Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.

Todos estamos llamados a esa Vida del mundo futuro, en el que viviremos “resucitados”, en una vida distinta a la del mundo presente. Pero no todos llegaremos a esa Vida: sólo

 
“los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos”.

 La voluntad de Dios es que todos los hombres y mujeres nos salvemos y lleguemos a esa Vida del mundo futuro.

Resucitar no significa que volveremos a esta vida como Lázaro, como el hijo de la viuda de Naím o la hija de Jairo, a quienes Cristo volvió a esta vida, los cuales en algún momento tuvieron que volver a morir. Tampoco significa que vamos a re-encarnar; es decir, volver a nacer en otro cuerpo que no es el nuestro. La re-encarnación, además de ser imposible, es un mito negado en la Biblia y herético para los cristianos.

Jesucristo resucitado es la garantía de nuestra resurrección. Él ha triunfado sobre la muerte. Ya no hay lugar para la tristeza y la incertidumbre. La muerte no es destrucción sino tránsito hacia la plenitud del amor. Esta realidad nueva la expresa el Prefacio de Difuntos: “En Él brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo”.

Cuando Jesús dice que Dios es el Dios de los vivos y no de los muertos, el no está refiriendo solamente a los que están todavía en la tierra. Jesús está incluyendo a todos los que han pasado a una nueva vida, una vida donde no hay sufrimiento ni dolor. Dios es, “Amigo de la vida”, el Creador que ama la vida y crea al hombre para que viva, y viva de manera plena y feliz.

Que Dios con su infinito amor, dador de vida nos bendiga, acompañe y proteja siempre.

cpomah@yahoo.com
 

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