DESDE LA BANQUETA

Mitología griega: Poros, Penia, Eros

Por Sergio Garín Olache
jueves, 19 de diciembre de 2019 · 00:00

Para saber en qué consiste eso que llamamos amor, tendremos primero que acudir al libro “El banquete”, de Platón, en donde se le da voz a Sócrates que nos recomienda preguntarle a la vieja y sabia Diotima quien le da a Sócrates una genealogía del amor diciendo que es el hijo de la Circunstancia y la Necesidad. El Olimpo está de fiesta. Los inmortales celebran regocijadamente el nacimiento de Afrodita (Venus), la bella diosa del amor. En las copas de oro corre abundante el néctar, para estimular la expansión de la despreocupada alegría. Los dioses ríen.

Terminado el festín, surge una figura andrajosa y escuálida, Penia, la Miseria o Indigencia, viene a mendigar los restos del banquete. Pero, antes de iniciar movimiento alguno en dirección a la mesa, vislumbra la figura de Poros, el Recurso, dios de la Abundancia, hijo de la Prudencia (Previsión).

Lo ve de lejos cuando, embriagado por el exceso de néctar, se aleja de los inmortales y penetra en el jardín de Zeus (Júpiter). Allí el joven se acuesta y pronto cae en pesado sueño.

Indigencia, que está siempre a la búsqueda de medios o recursos para poder sobrevivir, toma en ese instante una resolución: tener un hijo de Poros. Y con esa intención se dirige también al jardín. Silenciosamente, se acuesta junto al Recurso. Lo abraza, lo despierta. Y concibe el hijo deseado: Eros, el Amor.

Engendrado el día del nacimiento de Afrodita, el hijo de Penia será para siempre el compañero y paje de la Belleza. Porque de su madre hereda la permanente carencia y el destino andariego. Y de su padre le vienen el coraje, la decisión y la energía que lo hacen astuto cazador. Ávido de lo Bello y lo Bueno, de las dos herencias reunidas proviene su destino singular: ni mortal ni inmortal. Ora germina y vive -cuando enriquece- Ora muere y de nuevo renace. Perennemente transita entre la vida, la muerte y la resurrección.

Marcado por la creencia que le transmite Penia, no es sabio. Pero se esfuerza por conocer. Por amor a la Sabiduría, Eros filosofa.

Visto así, el amor se presenta entonces como una especie de impulso dialéctico cuya relación con la vida es tan estrecha porque sólo a través de él y de su efecto en la existencia es posible que ésta se desarrolle. La vida, en efecto, es problemática, pero no por una razón misteriosa o absurda, sino por un hecho muy concreto: porque la vida está asentada sobre la necesidad; aquello que en el psicoanálisis se identifica con la falta.

Desde el nacimiento hasta la muerte, siempre hay algo que nos falta: alimento, cobijo, protección, cercanía con otros, satisfacción sexual, ánimo, felicidad, etc., y salvo quizá por la infancia (período que algunos tienen la fortuna de vivir como un Jardín del Edén), no hay momento de la vida en que dicha necesidad se satisfaga sin esfuerzo aparente, como si el elemento satisfactor apareciera mágicamente o por sí solo. Como lo señala el relato de Diotima, la necesidad (la falta) también es capaz de hacernos maquinar y poner en marcha nuestros recursos. El amor nos lleva a ello. Mejor dicho: encarar la falta de esa manera suele ser un acto mediado por el amor.

Visto en otro campo, Charles Darwin llamó “la lucha por la existencia”. La vida surge en determinadas condiciones, se descubre obligada a abrirse paso si busca persistir y prevalecer, y para ello su única alternativa es poner en marcha los recursos de los que dispone. Por un azar de la historia, para que este objetivo de la vida se cumpla en el ser humano, éste necesita descubrir su capacidad de amar y cultivarla en todos los aspectos de su existencia, a cada instante.

Eros sin embargo es hijo de Poros el recurso y de Penia la pobreza que en presencia de la diosa Afrodita es el amor y ese amor por la doble naturaleza de sus padres es el límite entre la indigencia y la saciedad, siempre está a punto de saciarse pero nunca se encuentra satisfecho del todo; porque como hijo de la pobreza es mendigo, es capaz de mendigar, es capaz de cualquier cosa porque su necesidad es ilimitada, es insaciable, siempre está viendo cómo se sacia a sí mismo. Pero, como también es hijo del recurso es capaz de cualquier estratagema con tal de lograr su saciedad, todos los recursos están a su alcance porque es el hijo del recurso, tiene toda la sensualidad porque está bajo el auspicio de afrodita. Es un punto de tensión entre la total ausencia y la total satisfacción que nunca llega a encontrarse: Representa un límite. Por eso el amor nunca se explica, por eso el amor nunca se sacia, por eso el amor nunca termina, por eso el amor es eterno. La tragedia de Eros es que existe una clasificación del amor entre los dioses que lo dividen en cuatro grupos de acuerdo con su calidad vibratoria, cada uno con su nombre apropiado, Eros es en esencia sexual, no puede acceder a otro tipo de amor superior.

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