Amador…del deporte

Cuando todos caían en colchón

Por MAO
sábado, 16 de marzo de 2019 · 00:00

Mis hijas han crecido y por lo tanto mi labor hoy en día, aparte de escribirles o narrar uno que otro partido por ahí, es andar espantando zopilotes.

Ya pasó el tiempo cuando las llevábamos a ver el desfile de Carnaval en ese martes bendito para la burocracia estatal, en que los reyes abogan ante la autoridad para que puedan asistir al cierre de dichas fiestas.

Todavía en los albores de este siglo, era común ver la disputa para obtener el premio a la mejor comparsa entre los colonos de La Popular y aquella gente bullanguera que se abría paso entre la gente por medio de la aparición de un singular camioncito rojiblanco, que a leguas de verlo venir, ya el público sabía de quienes se trataba.

Era tal la curiosidad por verlos aparecer y saber qué traían para esa ocasión, una expectación solamente equiparada a la que tenía aquel famoso equipo de futbol de la misma casa comercial, cada vez que pisaban un campo.

Y es que a pesar de que lo primero que leía en la sección deportiva era lo relacionado al beisbol, no puedo negar que en mis años mozos existió una escuadra del balompié ensenadense que literalmente la rompió.

Y ahí aparecían tiro por viaje, aquel equipo que tuvo sus raíces en chamacos de la Ampliación Moderna, para que luego, en la concepción del gran “Patas”, surgiera el legendario Produmex.

Ya en la máxima categoría, “El Gordo” recibe la encomienda de su hermano; los años setentas se estaban despidiendo pero no sin antes ver nacer la gloria del Primer Campeonísimo y con esto, los 80’s llegaban con sus retos, y a la vez la consolidación de un equipo que hizo suya toda esa década como nunca antes haya hecho equipo alguno.

Así como aquel legendario equipo de los 11 hermanos (igual de rojiblancos que estos), el once que paraba “El Gordo” juego tras juego eran de vasta complicidad, como si se conocieran desde pequeños.

Saben que no acostumbro mencionar nombres por lo de mi tío el alemán, pero solo recordar que la portería era resguardada por titanes como “El Tiburón” y “El Pali”, y de aquí parte la leyenda de “La furia roja”, con la jerarquía de un “Chilenas”, la cadencia de un “Calaca”; llegaron a tener en la central al profe Manja; “Talai” y su hermano manejaban los hilos desde la media y “El Tavo” se deleitaba repartiendo el queso.

Arriba, un “Pichon” volaba por una banda mientras que “Quintero” por la otra; al centro, un “Chango” (con cariño y respeto) se encargaba de sentenciar, de hacer que Lobos dejara de aullar y que el Cruz Azul dejara de pitar.

Títulos iban y venían, la base del seleccionado porteño era colchonero. Selecciones estatales iban plagadas de miembros de La furia roja.

Y es que el dominio de este club lo tuvo desde categorías inferiores hasta la Primera Fuerza, por eso su grandeza, y aun que unos por edad pasaron a la siguiente categoría, no perdieron la fórmula ganadora; así fue que el de “La Quinta” supo tomar la estafeta que dejara nuestro querido y entrañable “Changuito”, para seguir perforando las redes enemigas.

Gracias muchachos por abarrotar aquellas tardes el campo Nuevo Ensenada y hacerlo estremecer; gracias “Patas” por haber creado un equipo de leyenda; gracias “Gordo” por soltar cada semana a semidioses que sabían qué hacer con el balón, varios de ellos que acariciaron el profesionalismo.

Nadie olvidará al Produmex, porque fue un equipo que se dio el lujo de exportar a sus grandes glorias, tanto así que su mítico goleador ya juega en las sagradas canchas celestiales.

 

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