POR SI LAS MOSCAS

Bienvenidos al posneoliberalismo

Por Laura Monzón
viernes, 22 de marzo de 2019 · 00:00
“Para nosotros, ya se terminó con esa pesadilla que fue la política neoliberal. Declaramos formalmente, desde Palacio Nacional (...) queda abolido el modelo neoliberal y su política del pillaje, antipopular y entreguista”, expresó sonriente el presidente Andrés Manuel López Obrador, entre aplausos y loas, durante el Foro Nacional para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo.

“¿Cuál es el modelo alternativo?”, continuó con el discurso esperanzador, “Tenemos la responsabilidad de construir una propuesta posneoliberal”, viable para el desarrollo económico y que inspire a otros pueblos.

Todos los presentes miraron con fe ciega al mandatario y aplaudieron el proyecto, que de innovador no tiene algo.

El llamado posneoliberalismo es una especie de “ultrapaternalismo estatal” disfrazado de desarrollo, ya implementado en algunos países de América Latina y que ha fracasado.

El concepto neoliberalismo comenzó a ser usado de forma peyorativa por los partidarios del populismo en América Latina, para rechazar un modelo inexistente en el mundo, adornado con pensamientos de la ultra derecha fascista con el feudalismo medieval. Una melcocha de ideas digna de Sauron, para espantar a cualquiera.

La intención fue denostar al liberalismo implementado en los países del primer mundo, los cuales hicieron que sus Gobiernos fueran más justos y menos intervencionistas, para concederles más libertades al pueblo, en el amplio sentido de la palabra, desde el punto de vista legal, político, económico, social y cultural.

Por supuesto que aquello aterró a los hinchas de Nicolás Maduro y Kim Jong-un, porque perder el control de todo y darle a cada quien la libertad de “hacer”, es perder el poder, y eso no gusta a personajes como nuestro flamante mandatario, tan retrógrada y presidencialista.

Claro está que López Obrador habló mal del neoliberalismo durante sus años en campaña, para adiestrar a las masas y ponerlas en contra de un sistema que nunca fue aplicado en México ni en ningún lugar del mundo; ni en Estados Unidos o Europa.

El problema nuestro fue que, desde la época de Salinas de Gortari, comenzó a implementarse un capitalismo clientelista, propio de los gobiernos intervencionistas, con el cual se privatizaron paraestatales y recursos naturales para dárselos a empresarios amigos, creando una mafia empresarial corrupta, protegida por un gobierno aún más corrupto y despilfarrador.

México se encuentra entre los países menos liberales del mundo. Según los datos de 2018, dentro del índice de Libertad Económica Mundial (hecho por The Heritage Foundation), estamos en el lugar número 63 de 180 países, con un puntaje casi reprobatorio de 64.8.

En Libertad de Prensa estamos en el indigno lugar 147, con 48.91 puntos, y en Democracia, junto con otros 54 países con defectos en su democracia, con 6.19 puntos. En el Índice de Libertad Humana, nos hallamos en la posición 73, con 6.85 puntos. Una vergüenza.

Claro está que dentro de las clasificaciones anteriores, los países más liberales y con menos intervencionismo estatal son los que tienen mejor calidad de vida, como Canadá, Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Australia, entre otros, muy alejados de nuestra realidad.

Según lo anterior, México es un país con una libertad reprobatoria, con mucho intervencionismo gubernamental, paternalismo preocupante, asistencialismo excesivo, así como monopolios originados por compadrazgos, además de una burocracia insufrible para los pequeños emprendedores.

México nunca fue un país neoliberal y de liberal no tiene nada.

El ganso sabio y sus seguidores hablan mal de las políticas liberales, luego de haberse leído el Manifiesto Comunista. Liberalismo no significa desaparecer al Estado y volvernos una anarquía mercantilista, sino que el Estado proteja a través de la ley justa y no ‘expoliativa’ los tres derechos inalienables del individuo: vida, libertad y propiedad.

¿Es tan difícil de entender?

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