LA TURICATA

Vuelven las grandes aventuras

Por José Carrillo Cedillo
sábado, 23 de marzo de 2019 · 00:00

En el sexenio de Luis Echeverría trabajaba yo en la oficina de Diseño Gráfico del Departamento del Distrito Federal, el director general había sido mi jefe en un empleo anterior, lo que me permitía tener una relación de amistad con él fuera de la oficina, de tal modo que sin querer, me enteraba de cosas secretas de carácter oficial.

En una plática me comentó de la próxima visita, a invitación del presidente, del doctor Salvador Allende presidente de la hermana república de Chile, a nuestro país. Esto le había avisado en un memorándum del jefe máximo, el regente capitalino a cuyas órdenes todos nosotros trabajábamos.

Dentro de las actividades programadas para el doctor Allende, estaba la inauguración del Complejo Habitacional de Iztapalapa, a la que acompañaría al presidente Echeverría. Solicité permiso a mi jefe para asistir con él a la ceremonia y aceptó. Llegamos al lejano sitio y me llamó la atención la magra concurrencia, no más de cincuenta personas, todas trabajadores de otras oficinas del Departamento  que ultimaban los detalles de la ceremonia, ésta se inició pocos minutos después con la presentación del presídium en un improvisado templete de restos de madera de la construcción de los grandes edificios.

Desde luego, era claro que no se habían invitado a los miles de ciudadanos futuros habitantes de la Unidad  Habitacional. En el templete estaban los dos presidentes más sus ayudantes presidenciales, cuatro personas en total. Iniciamos entonando el Himno Nacional Mexicano, y seguidamente, el Himno de la República de Chile, y me di cuenta de la gallardía con que el doctor entonó el himno de su patria.

De ahí pasaron ambos hacia una gran maqueta de los numerosos edificios multifamiliares; le tocó a mi jefe explicarla. El doctor dijo que sí se estaba inaugurando sólo una pequeña parte del complejo… y Echeverría contestó visiblemente orgulloso, que no, que era toda la unidad, “pero no se preocupe …” dijo en son de broma el presidente… no la vamos a visitar toda… Caminaron a un departamento muestra y ahí ya no se me permitió la entrada, cerrándome el paso un guardia presidencial… entendí que estaba haciendo su trabajo, a pesar de ello pude dirigirle al doctor unas pocas palabras felicitándolo por su histórico triunfo que había llenado de alegría a toda la izquierda latinoamericana.

Al salir, caminé atrás de los presidentes y para mi sorpresa llegaron al metro y lo abordaron… y yo me colé al mismo vagón, pero lejos de ellos, lo cual me impidió escuchar de lo que hablaban, pero por los gestos y ademanes colegí que otra vez presumía el presidente mexicano enfatizando que podían viajar entre la gente del pueblo sin su acostumbrada escolta militar y sin ninguna preocupación… y a fe mía que era cierto.

Descendieron en el zócalo, obviamente rumbo a Palacio Nacional, yo, seguí hasta Tacuba rumbo a mi casa a contarle orgulloso a mi esposa mi emocionante experiencia.

Pocas semanas después, por las noticias nos enteramos del artero levantamiento del Huerta chileno: Augusto Pinochet y que el golpe fue planeado y apoyado por la embajada de los Estados Unidos, con los hilos manejados desde Washington por el inefable señor Kissinger.

Esperemos el papel del señor vicepresidente norteamericano, obedeciendo a su patrón, con su descarada  incursión en Venezuela…    

 

jcarrillocedillo@hotmail.com

 

 

 

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