DESDE LA BANQUETA

Los traumas de la conquista

Por Sergio Garín Olache
jueves, 28 de marzo de 2019 · 00:00

—Bueno, señor México, vayamos a lo básico para tratar de entender sus complejos; hábleme de sus padres.

— ¿Sabe, doctor?, mis recuerdos paternales están borrosos y confusos… prefiero no hablar de eso.

—Ajá… ese miedo nos dice que por ahí está la clave; insisto, señor México, vayamos a su tierna infancia, a sus orígenes. Comencemos por su padre o por su madre, por quien usted prefiera.

—La verdad es que mis recuerdos al respecto no son recuerdos reales, son más bien retazos de historias que he escuchado.

—Bien, comencemos por ahí, que es lo que sabe según lo que ha escuchado.

—Pues parece ser que mi padre fue un viejito bonachón que era cura, que tuvo varios hijos aunque renegó de todos, pero todo el tiempo escucho que ese tal Miguel Hidalgo fue mi padre.

— ¿Y su madre?

—Eso es lo confuso, parece que sólo tengo padre, he escuchado que una prestamista llamada Leona Vicario ostenta el título de dulcísima madre de la patria… pero la que no recuerdo que haya hecho nada por mí, más que ayudar a mi nacimiento al prestar un dinero que luego cobró con creces.

—¿Y eso cuándo ocurrió?

—Pues por ahí de 1810.

—Pero eso fue hace nada, señor México, y usted alega tener miles de años… no lo entiendo en verdad.

—Es que antes de eso es doloroso recordar, ya se lo conté doctor, es el tiempo en que estuve sometido por las cadenas de la esclavitud.

—Bueno, señor México, mientras no deje de recordar ese episodio de esa forma, en realidad podríamos decir que usted sigue conquistado y sometido… aquí, en su mente, y eso es justo lo que debemos cambiar. Dígame, qué sabe de ese tal Miguel Hidalgo.

—Pues dicen que me liberó… aunque luchó cuatro meses de una guerra de 11 años, y su firma no está en mi acta de independencia… no entiendo bien.

—¡Perfecto!, si lo liberó quiere decir que usted ya existía, así es que Hidalgo no puede ser su padre. No puede liberarse lo que no existe previamente, es lógico. ¿Está de acuerdo con eso?

—Pues sí, tiene sentido. Pero entonces, ¿quién es mi padre?

—Dígamelo usted, según entiendo tiene usted toda una herencia, ¿quién se la dejó?

—Herencia, doctor, eso quisiera, ¿no le digo que soy pobre…? eso sí, pero honrado… porque fui despojado por…

—Luego hablamos de eso, me refiero a su religión, su guadalupanismo, su arte barroco y neoclásico, sus fiestas patronales, su folclor.

—Ah, vaya, pues sí, todo eso viene de mucho antes que Hidalgo, es de la época…

—Siga, siga.

—Es de la época virreinal, doctor, es lo que me dejaron los…

—Ánimo, dígalo.

—Es lo que me dejaron los españoles, doctor.

— ¡Tenemos un gran progreso aquí, señor México!

—Pues sí, parece que algo me dejaron esos… españoles.

—Además de su idioma, como hemos dejado claro en la sesión anterior.

—Muy bien, doctor, Dios y el idioma español… pero ya, ninguna otra cosa dejaron esos méndigos, recuerde que vinieron a saquearme.

—Y dígame, ¿quién fue el primero?, ¿quién trajo ese idioma, ese guadalupanismo, ese tipo de ciudades?

—Pues… vaya…, bueno… pues fue Hernán Cortés.

—¿Y cree usted que tendría todo eso que tiene sin Hernán Cortés?

—Bueno, pues… qué difícil lo hace doctor… pues no, supongo que en efecto le debo todo eso a Cortés… a… a mi padre.

—¡Finalmente ha recordado a su padre!

—Sí, doctor… pero lo odio… era un salvaje, de la peor escoria de España, eso dicen todos de él, hasta decía Diego Rivera que era deforme, jorobado y sifilítico, ¿quién puede estar orgulloso de un padre así?

—Sigamos con eso de usar la lógica, señor México. ¿Cree usted que un hombre, de la peor calaña de España, ignorante, y además deforme, jorobado y sifilítico, podría haber conquistado todo un mundo y crear un nuevo reino como Nueva España?

—Mmmm… pues, supongo que no tiene sentido.

—Si usamos la lógica, no, no tiene sentido. No olvide que Rivera, como todos los muralistas comunistas, era auspiciado por gobiernos como el cardenista para pintar precisamente su versión de la historia… independientemente de que, en lo personal, creo que Diego Rivera es un gran ejemplo del trauma de conquistado.

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