LA MARAÑA CÓSMICA

La actividad más humana, la que nos une, es la ciencia

Por Rolando Ísita Tornell*
lunes, 1 de abril de 2019 · 04:25
Menudo jaleo que se ha armado en las redes sociales y en los medios por la solicitud de perdón del presidente de México a la monarquía española, por las vejaciones y abusos contra los pueblos más antiguos de nuestra nación en la conquista y el virreinato.

No hay mal que por bien no venga, las obras que describen un poco aquellos hechos fueron desempolvadas, sacadas del baúl y las estanterías del librero, como las Cartas de Relación de Hernán Cortés, la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España del soldado Bernal Díaz del Castillo, y algunos títulos de la basta obra del fraile Bartolomé de las Casas, como la Brevísima relación de la destrucción de las indias.

Las evidencias no sostienen lo dicho por los seguidores de la monarquía y representantes de la derecha de aquel país, como “haber traído civilización y cristianismo”. En este continente ya había civilizaciones con descripciones de la astronomía tan precisas como las de Johannes Kepler, hechas antes que él y extraviadas por siglos en los códices saqueados en y después de la conquista, al igual que avanzadas técnicas de construcción de monumentales edificios, como las pirámides regadas por toda la meseta central y el sureste de México. La Santa Inquisición de su cristianismo no fue menos salvaje que las prácticas religiosas de los antiguos mexicanos (la creencia en amigos imaginarios en cualquier lado siempre ha sido “la hostia”).

Mejor me quedo con un hecho más consistente con la idea de civilización, la habilidad humana por la ciencia, como la magna obra botánica Libellus de medicinalibus indorum herbis (plantas medicinales indígenas) de los tlacuilos Martín de la Cruz y Juan Badiano (rebautizados), o el Rerum medicarum Novae Hispaniae Thesaurus (plantas medicinales de la Nueva España) del médico, ornitólogo y botánico español Francisco Hernández, o la Expedición Botánica a Nueva España, dirigida por Martín Sessé, de la Real Universidad de México, y el médico naturalista novohispano José Mariano Mociño.

Más hacia nuestros días, el general Francisco Franco aplastaba salvajemente a los españoles por el “sacrilegio” de preferir una República que una monarquía hereditaria, México abrió su casa a cerca del 90% de la comunidad científica y humanística de España y juntos, mexicanos y expatriados, realizamos hazañas como el desarrollo de la parasitología, bacteriología, microbiología y un gran impulso a la medicina, con aportaciones para curar enfermedades como el paludismo (o malaria), que hacía estragos en los soldados estadounidenses en el frente de guerra del Pacífico, cuyo tratamiento con quinina estaba en manos de los nazis.

Para mí estos temas son los que realmente nos unen y tiran por la borda los estúpidos nacionalismos que sólo dan pretextos para la riña y luego las guerras.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx

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