DESDE LA BANQUETA

La mujer de enfrente

Por Sergio Garín
viernes, 12 de abril de 2019 · 00:00

Sentado en la postura del loto, cuidando con un ojo al gato y otro al garabato que no aparezcan los calambres en piernas cruzadas, con incienso ardiendo, el aroma me recuerda a algunos mariguanos estudiantes de Ciencias Marinas en mi época y una música insoportablemente parecida a la que solemos escuchar en los ascensores y consultorios médicos. Ah, y la campanita que toca la profesora sin falta cada cinco minutos para desarrollar el reflejo condicionado del alumno. No hay toques eléctricos. Vamos de gane. Primero, hay ejercicios de inicio previos a la “meditación”. Ya hace tiempo que me recomendaron que probase. Fue cuando pensaban que estaba “”estresado “(De hecho, lo estaba, nunca me gustó ser víctima ni victimario de la de la intolerancia; en toda partes te la quieren aplicar).

“Os molestarán las impurezas de la razón. No os preocupéis.

Aceptad los pensamientos que aparezcan. No luchéis contra ellos”. Como verán, la maestra es gachupina.

Perfecto, lo estoy haciendo profesora. Aparto las emociones tóxicas como el Orgullo, la desilusión, los celos, la ingratitud, la inutilidad. Ocupo ese espacio con humildad, gratitud, comprensión, conciencia y gracia.

Creo que he estado comiendo más azúcar del que debería, y es malo para la salud y para el espíritu.

Dejo a un lado la oscuridad y la desesperación, e invoco las fuerzas del bien y de la luz. OM. Para el hinduismo, el OM es el sonido del universo, significa la unidad con lo supremo. Se trata de la combinación entre lo físico y lo espiritual. Es la sílaba sagrada, el primer sonido del “Todopoderoso”, el sonido del que emergen todos los demás sonidos.

Canto un mantra con los otros alumnos (Aunque los mantras no tienen un significado exacto o preciso, se dice que cada sonido corresponde a un aspecto de la iluminación y permite asociar la mente con uno de estos aspectos)

¿Le ha sido realmente infiel a su marido la compañera- alumna que tengo enfrente con medias circunferencias perfectas? ¿Habrá aceptado el chantaje del gritón de su marido o simplemente se aburrió de tener todo y ser tan feliz que se convirtió en planta de maceta sin agua o quiere aventuras para sentirse viva, nerviosa y temblorosa? Lo sé todo sin preguntar siquiera. Sé por iluminación súbita que en esos temas se debate la dama de enfrente. Realmente estoy progresando en el yoga. Como que me está gustando eso de adivinar los pensamientos ajenos.

La profesora nos pide que imaginemos una armadura de luz a nuestro alrededor.

“Debemos vivir cada día con la certeza de que esa armadura nos protegerá de los peligros, y ya no estaremos ligados a la dualidad de la existencia. Debemos buscar el camino del medio, donde no hay ni alegría ni dolor, solo una profunda paz”.

Empiezo a entender por qué falté tanto a las clases de yoga. ¿Dualidad de la existencia? ¿El camino del medio? Eso suena tan poco natural como mantener el nivel de colesterol a setenta, que es lo que mi médico me pide que haga.

La imagen de la armadura resiste solo unos segundos, combatir el estrés se rompe en mil pedazos y es sustituida por la certeza absoluta que mi compañera- alumna de enfrente tiene la culpa de mi falta de concentración; eso de leer pensamientos de mujer bonita y muy bien hecha por Brahma distrae a cualquiera.

Los ejercicios continúan. Cambiamos de postura y la profesora insiste, como en todas las clases, en que intentemos, por lo menos durante unos segundos, “vaciar la mente”.

El vacío es precisamente lo que más temo y lo que más me ha

Acompañado. -No joda profesora- Si supiera lo que me está pidiendo... En fin, no soy yo el que debe juzgar una técnica que existe desde hace siglos. Tiene 2500 años de existencia

¿Qué hago aquí entonces?
Ya sé: combatir el estrés… Y leer pensamientos pecaminosos de mujer bonita.
 

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