LA BRÚJULA

Campañas y sofismas

Por Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 15 de abril de 2019 · 00:00

Sofismas: “Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”. Falacia: “engaño, fraude o mentira. Hábito de decir mentiras o falsedades. Sofismas”.

Con eso de que en las campañas políticas, al decir de algunos, todo se vale, y la ética estorba y hay que guardarla en el baúl de cosas inútiles, como siempre ha sucedido, el camino queda libre para poder vía sofismas engañar al pueblo, pues lo único que importa, es ganarse su voluntad sin importar los medios.

La sociedad que muchas veces ha sido el objetivo a engañar, nos hemos de sentir ofendidos al constatar cómo la mentira se ha convertido en instrumento de batalla, en arma para intentar desorientar a la inteligencia, me atrevo a decir que es una burla al elector.

Los sofismas son los que muchas veces alientan el abstencionismo, porque alimentan la incredulidad. El que hoy está mintiendo estará dispuesto a mentir cuando esté ocupando el puesto que se le otorgue a través del voto.

El abstencionismo es el reflejo de una sociedad que no cree en los políticos y cuando es muy elevado le quita legitimidad a la elección, y no necesariamente por culpa del que ganó, sino porque no sabe qué terreno está pisando, tiene desconfianza, no está motivada, se siente traicionada.

Así como no basta con amar sino que hay que saber amar, también en la democracia no basta con quererla, sino saber también cómo vivirla y comprometidos en ello ser participativos para que sea una realidad.

La presencia de una sociedad participativa es una exigencia ética, una responsabilidad que no se puede eludir, porque ello implica dejar en manos de otros nuestras propias responsabilidades o la parte que nos corresponde de ella.

En nuestra calidad de electores hay que reflexionar sobre lo siguiente: ¿Quién me dice la verdad y quién me miente? ¿Cuál es la trayectoria del candidato? ¿Quiénes forman su equipo? ¿El candidato o candidatos han trabajado? ¿Los contenidos de sus mensajes son verdaderos y sinceros o me quiere engañar? ¿Cuáles son sus propuestas? ¿Es democrático? ¿Lo ha sido o hasta ahora lo es? ¿Fue parte del sistema antidemocrático y autoritario? ¿Hoy es democrático por convicción o porque los cambios lo acomodaron? ¿Está llevando una campaña de altura o ha caído en la mentira? ¿Me inspira confianza o desconfianza? ¿Tiene liderazgo y fue legítimamente elegido dentro de su partido? ¿Su elección dentro de su partido fue dudosa y por “disciplina” se le aceptó? ¿Su campaña es respetuosa o por falta de argumentos se ha vuelto irrespetuosa?

¿Viene cargado de mañas y es autoritario? o ¿es una persona abierta a la sociedad, que sabrá escucharla y dialogar con ella?

Ojalá y estas campañas políticas que en algunos espacios iniciaron con sofismas tomen otro rumbo que las honren y se conviertan en verdaderas lecciones de civismo. Las inercias con que empezaron nos hacen pensar que lejos de tener calidad y altura puedan degenerar aún más, pero, espero por parte de algún o algunos contendientes una mayor categoría y respeto hacia la población. ¿Conocemos su plan de gobierno?, ¿su plataforma política?

Es cierto que todos los partidos han caído en campañas que no merecemos, pero, hoy debemos exigir campañas dignas como un reconocimiento a la inteligencia y dignidad del pueblo. Ojalá y tengamos el talento para detectar a los mejores líderes y no pensar que sólo por el hecho de estar bajo el paraguas del gobierno federal X es el mejor.

Regalarle a un candidato todo el Congreso es peligroso, así no se logran los equilibrios y la independencia de poderes.

Lo que se vive en un país después de la elección es el resultado de la madurez o inmadurez de una sociedad y el talento de aquellos a quienes les delegamos el gobierno de la nación.
 

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