DESDE LA BANQUETA

Cree en la verdad

Por Sergio Garín Olache
jueves, 25 de abril de 2019 · 00:00
Te sometes a la tiranía lo sepas o no cuando renuncias a la diferencia entre lo que quieres oír y lo que oyes realmente. Esa renuncia a la realidad puede resultar natural y agradable, pero la consecuencia es tu desaparición como individuo y, por consiguiente el derrumbe de cualquier sistema político que dependa del individualismo.

La verdad muere de cuatro maneras:
La primera manera es la hostilidad declarada a la realidad verificable, que asume la forma de presentar las invenciones y las mentiras como si fueran hechos. El presidente lo hace con enorme frecuencia y a toda velocidad. Degradar el país tal como es supone el primer paso encaminado a crear un contra-país ficticio.

La segunda manera es el encantamiento chamánico. El estilo fascista depende de la “repetición constante”, diseñada para hacer plausible lo ficticio y deseable lo criminal. El uso sistemático de motes, como por ejemplo decir el mentiroso Felipón [Calderón) y el deshonesto (Fox) trasladan a los presidentes emanados del PAN a determinados rasgos de carácter que en justicia cabría aplicarle más bien al propio presidente. Sin embargo, mediante la repetición machacona en las “mañaneras” nuestro presidente logró transformar a los individuos en estereotipos que después la gente verbaliza.

La siguiente manera es el pensamiento mágico, es decir la aceptación descarada de las contradicciones. La campaña del presidente se basaba en las promesas de bajar los impuestos a todo el mundo, bajar la deuda nacional a niveles históricos, crecimiento del PIB al 4 por ciento anual e incrementar el gasto tanto en políticas sociales como en defensa. Esas promesas se contradicen mutuamente. Aceptar falsedades tan radicales exige un abandono flagrante de la razón. Yo no tengo la culpa de que muchos profesionistas no sepan leer, sumar y restar.

La última manera es la fe que se deposita en quienes no la merecen. Tiene que ver con el tipo de afirmaciones autodeificantes que hace el presidente cuando dice que “Solo yo puedo resolver los problemas del país” o “Yo soy su única voz”.

Cuando la fe desciende de los cielos a la tierra de esa manera, no queda sitio para las pequeñas verdades de nuestro discernimiento y nuestras experiencias personales.

Un rinoceronte deambula por nuestras sabanas neurológicas. Ahora resulta que estamos muy preocupados por algo que denominamos posverdad y, tendemos a creer que su desprecio por los hechos cotidianos y su construcción de realidades alternativas es algo nuevo o posmoderno. A ese respecto, a pesar del tiempo transcurrido, el escritor George Orwell se le escaparon muy pocas cosas hace setenta años cuando acuñó el concepto de “doblepensar” (la aceptación de ideas contradictorias) en 1984. En su filosofía, la posverdad reconstruye exactamente la actitud fascista hacia la verdad. Los fascistas desprecian las pequeñas verdades de la experiencia cotidiana, adoran todas las consignas que resuenan como una nueva religión y prefieren los mitos creativos antes que la historia o el periodismo.

Utilizan los nuevos medios de comunicación para crear un son de tambores de propaganda que despierte los sentimientos de la gente antes de que tenga tiempo de establecer los hechos.

Y ahora, mucha gente ha confundido la fe en un líder con enormes defectos con la verdad sobre el país en el cual vivimos los mexicanos

La posverdad es el prefascismo. La persecución está a la vuelta de la esquina si es que las acciones siguen a las palabras del presidente.

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