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Meteoritos silenciosos

Por Jorge A. Meléndez
martes, 9 de abril de 2019 · 00:00
“El silencio puede causar más daño que un meteorito”.

Parte de lo que le dijo el cubano Sergio a su cuate de radiofrecuencia, el cosmonauta soviético Serguei en la simpática película “Sergio y Serguéi” (vea el tráiler en nuestros sitios).

Tras la caída de la URSS, Serguéi se queda varado en la estación espacial MIR.

Casualmente se comunica por radio con Sergio, que sufre en Cuba los efectos económicos del desmantelamiento del gigante de la hoz y el martillo.

Una lluvia de meteoritos daña un panel de la estación espacial; peligra la vida del cosmonauta soviético. Su amigo cubano le insiste: “Démoslo a conocer al mundo”.

Serguéi teme hacerlo, pues su atribulada familia podría sufrir las consecuencias de esta mala noticia.

¿Y sabe qué? Sergio tenía razón.
No le arruino el filme (véalo si puede), pero tras de sí romper el silencio y ante la amenaza de que la NASA rescate al cosmonauta, los soviéticos por fin traen a Serguéi a casa.

Una buena película y una gran frase para reflexionar sobre la importancia de nunca callar ante el peligro.

Iniciemos con una premisa: los regímenes autoritarios (en los negocios o la política) aborrecen las malas noticias. Prefieren la apariencia de que todo va bien, de que el jefazo es infalible.

Prefieren atacar al que piensa distinto a corregir el rumbo. Batearlo con etiquetas y descalificaciones. Respetuosas, claro:

“Existe una prensa fifí, no invento. Existe el partido fifí. Existe el conservadurismo. No están de acuerdo con nosotros, son nuestros adversarios”.

Claro, Andrés Manuel con su cantaleta al hablar sobre los primeros abucheos (no serán los últimos... al tiempo) que recibió de un sector del pueblo “burro” (si se burlaron, por definición NO eran sabios) al inaugurar el nuevo estadio de los Diablos Rojos.

¿Y sabe qué podría seguir? La respuesta está en la receta de Trump: el conductor John Oliver explica cómo Mr. Orange utiliza su poder para crear y validar noticias falsas.

Terriblemente fascinante.
“Hay un patrón peligroso. Trump ve algo que coincide con sus ideas, no lo verifica y lo comparte. De ahí, toma vida propia y se valida (como cierto)”, explica Oliver en el segmento “Trump vs. La verdad” (imperdible, véalo en nuestros sitios).

Una estrategia ideal para manipular la verdad y a la opinión pública, utilizada, por cierto, también en los negocios.

“La duda es nuestro producto; es la mejor manera de competir con la evidencia. Hay que establecer una controversia”, explica un memo privado de la industria del tabaco de los sesenta.

Un interesante artículo de la BBC reseña los esfuerzos de las tabacaleras para contrarrestar la enorme evidencia científica sobre los daños del cigarro. Crearon una verdad alternativa aprovechando la ignorancia del pueblo. Una estrategia que funcionó por décadas.

El profesor de Stanford Robert Proctor estudió estos esfuerzos para confundir y hasta creó un término para explicarlos: agnotología.

Derivado del griego “agnosis” (desconocer), es el estudio de la ignorancia o duda inducida, particularmente al publicar datos científicos erróneos o tendenciosos.

La BBC explica que la agnotología triunfa bajo dos condiciones. Primera, un desconocimiento generalizado de algo. Y segunda, un esfuerzo deliberado para generar confusión al respecto.

Una estrategia muy popular en la era de la hiperconectividad y las redes sociales, que son caldo de cultivo perfecto para su éxito.

“El internet propaga la ignorancia. Todos pueden sentirse falsamente expertos y perder la posibilidad de formar una opinión propia”, advierte a la BBC David Durning, profesor de Cornell.

Trump lo sabe, tiene un doctorado en agnotología.
Creo que habrá que estar muy atentos a ya sabes quién. No sería nada raro que adoptara esta técnica.

¿El antídoto? Como bien diría Sergio: no permanecer callados.

El silencio (sobre todo de los que saben) es el mejor cómplice del líder que pretende tapar el sol con un dedo. Es la mejor manera de no ver la lluvia de meteoritos que se aproxima.

En pocas palabras
“Una mentira no tiene poder hasta que alguien la cree”.

Pamela Meyer, autora estadounidense.

benchmark@reforma.com

Twitter: @jorgemelendez

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