LA MARAÑA CÓSMICA

El neoliberalismo no inventó la ciencia, la tecnología e innovación

Por: Rolando Ísita Tornell*
lunes, 20 de mayo de 2019 · 00:00

Es verdad que el neoliberalismo impuso un pensamiento único a partir del colapso del socialismo real. Ambas visiones del mundo -capitalismo y socialismo- se polarizaron en liderazgos impuestos a sangre y fuego. La URSS, por un lado y Estados Unidos, por el otro. El resto del mundo era “la periferia”, inmerso en una “Guerra Fría” consistente en “guerras periféricas”.

Los países europeos, para evitar que sus ciudadanos votaran por los partidos comunistas o socialistas, llevaban a cabo la política de Estado de bienestar (Welfare State), consistente en educación y salud de calidad gratuitas y pensionando a los desempleados, contratos colectivos de trabajo y jornadas laborales de ocho horas con pago de vacaciones y acceso a la seguridad social.

La URSS cambiaría su sistema a partir de una “glasnot” y una “perestroika” (transparencia y reforma) que resultaron en el colapso del sistema. La primera ministra británica Margaret Thatcher y el presidente estadounidense Ronald Reagan echaron las campanas a vuelo decretando el fin del Estado de bienestar y dejando al libre juego de la oferta y la demanda la prestación de servicios de salud, educación, creando la precarización del trabajo (contratos chatarra de tres meses sin derecho a base, vacaciones, ni prestaciones).

Cierto es que, a ese capitalismo salvaje, sin ataduras, lo llamaron “economía del conocimiento”, donde el valor agregado a las mercancías sería la innovación tecnológica. Tanto el Banco Mundial (BM) como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recomendaron a los países miembros del club que dominó las tres cuartas partes de la economía mundial, impulsar, modificar y organizar sus sistemas educativos y de ciencia enfocados a la productividad.

Sonaba bien, inclusive la OCDE hablaba de una “ciencia de incertidumbre” que debía ser financiada por el Estado, y una “ciencia aplicada” con financiamiento mixto, con el Estado como “facilitador”. Salinas de Gortari nos inscribió en la OCDE en 1994 y los primeros estudios que nos aplicó la OCDE fueron en Educación y de Ciencia (en las pruebas “PISA” de educación siempre reprobamos).

Nuestros tecnócratas fueron alumnos aplicados: desmontaron al Estado para que el mercado se encargara de distribuir la riqueza. Remataron las empresas estatales (a sus amigos) y se olvidaron de la Educación y de la Ciencia; con una hicieron una reforma laboral y con la otra jamás cumplieron con la Ley que indicaba el 1.0% del PIB de inversión en ciencia; para ellos la innovación sería de las empresas maquiladoras, no nuestra, y ellas se beneficiarían de la mano de obra barata controlada por sindicatos “charros”.

Lo que debe quedar claro, tanto al gobierno de la 4T como a la sociedad, es que el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación no la inventaron los neoliberales, la usaron que es distinto, pero a nuestros tecnócratas les importó siempre un comino. La ciencia ha sido históricamente la palanca del progreso, mejor nivel y calidad de vida de los ciudadanos. Hoy, las 16 mil empresas nacionales que apoyaron a AMLO piden a gritos la innovación tecnológica, ¿serán escuchadas?

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx
 

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