AMADOR…DEL DEPORTE

Cuatro historias… un mismo destino

Por MAO
sábado, 4 de mayo de 2019 · 00:00


Siempre he dicho que soy un bendecido de Dios. Tengo una familia muy hermosa, y a aquellos que más que tenderte la mano y darte el saludo, te dejan compartir algo de ellos, los he ido considerando verdaderos amigos.

Y no se diga dentro de un diamante, vaya que se cuentan por docenas y también a quienes me han cobijado en esta nueva “profesión”, gracias por dejarme aprender de ustedes.

Pero hoy evocando mi niñez, cosa característica de esta columna, a mediados de los 70’s, cuando empezaba mi carrera beisbolistica, fui testigo de una gran generación de peloteros que me maravillaba al verlos jugar.

De la mano de don Amado Peralta aprendí los fundamentos de este bello deporte y claro, tuve como compañero a su hijo del mismo nombre, que desde esa edad (7-8 años aproximadamente) ya empezaba a mostrar un futuro promisorio con una destreza enorme para batear y un guante que parecía estar pegado a él.

Dejando las infantiles, llegan las categorías siguientes y en ellas me tocó estar en contra de Potros, quienes entre sus filas, y formando una dupla de la destrucción con Amado Jr., estaba un elemento que poseía un swing natural, parecía que había nacido única y exclusivamente para jugar beisbol y que también había estado bajo la tutela del embajador de la Márquez de León.

Su nombre: Cornelio García. No se me olvida aun un juego contra ellos, mientras patrullaba el jardín derecho, que me pasó un cometa por encima de la cabeza que venció fácilmente la barda del Campo Revolución (hoy “Cepillo Salgado”), salido del bate de este joven.

Con el tiempo y gracias a sus grandes cualidades para jugar beisbol, se fueron en busca del profesionalismo. Entrados los 80’s, es llamado a escena la figura de un pelotero del sur de la Baja, que igual desde pequeño cabalgó con aquellos legendarios Potros repartiendo batazos en tierra de nadie y aunque jugaba distintas posiciones, se distinguió por ser un gran tercera base, su nombre: Javier Arce, quien siendo más grande de edad que aquellos, desde los 15 años fue llamado al profesionalismo y que después de haber debutado con León en el 83’, mismo año que Amado, el Sultán de la Márquez de León, con Monterrey, vimos su grandeza militando con nuestros añorados Delfines de la LNS, siendo pieza fundamental el hijo adoptivo de Punta Abreojos para la obtención del bicampeonato 83-84.

Pero este relato no estaría completo sin la mención del otro personaje que completa a este selecto grupo de los Cuatro Fantásticos; un hombre de carácter férreo, decidido, dotado de grandes habilidades con el guante y un fino bateo, su nombre: Martin García.

Y vaya que el Diamante Negro de la colonia Cuauhtémoc tuvo los aprestos para tomar rumbo e ir por su sueño. Ya habiendo debutado Cornelio con Yucatán en el 84’, a base de pundonor y demostrar de que estaba hecho, Martín logró debutar en el 86’ con Sultanes y así se completaba el infield de ensueño.

Los cuatro jugadores de cuadro, todos forjados en diamantes ensenadenses, habían completado el viaje. El resto, se traduce en números, franelas, campeonatos, records, y el reconocimiento de un público que los vitoreo hasta el cansancio y que fueron testigos de sus grandes hazañas, volviéndolos inmortales.

Cabe mencionar que en el año de 1989, Amado, Javier y Martín fueron compañeros con Tuneros de San Luis, mientras que Cornelio, el Hijo Pródigo de Maneadero, seguía construyendo su leyenda con los Leones.

El beisbol se ha ido encargando de darle a cada uno el lugar que les corresponde, para mí, un simple mortal, quizás con más defectos que virtudes, puedo decir con asombro y con corazón de niño, al ver como jugaban estos hombres, que el mundo Marvel ya estaba presente, mucho antes de que conociéramos a los Avengers.



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