LA VERDAD SEA DICHA

Abstencionismo. ¿Por qué?

Por Guillermo Hurtado Aviña
miércoles, 12 de junio de 2019 · 00:00
Ha terminado la jornada electoral mediante la cual se eligieron gobernador, diputados, presidentes municipales, síndicos y regidores en todo nuestro Estado.

Hubo ganadores y no ganadores, sin embargo, el gran ganador fue el abstencionismo, con un porcentaje del sesenta y uno por ciento contra un treinta y nueve que obtuvieron los candidatos.

Pero por qué en los últimos años el vencedor ha sido este invencible abstencionismo. Las causas son varias, pero hay unas más importantes que otras. Veamos.

El IFE, hoy INE, ha tratado por todos los medios a su alcance, hacer que los ciudadanos acudamos a votar. Ha dicho que si uno no vota no tiene derecho a quejarse; que quien no vota es un irresponsable, un mal mexicano, entre otras afirmaciones a mi juicio equivocadas.

Mire, los partidos políticos están formados para hacer política, precisamente, y una de sus obligaciones es la de presentar candidatos a cargos públicos. Para tener candidatos, buenos candidatos, es indispensable que formen cuadros, para que tengan elementos preparados, adecuados al cargo por el que en alguna ocasión habrán de competir, conocidos por algún o algunos sectores de la población, pero conocidos para bien, porque luego presentan candidatos que por ser conocidos debieran quedarse en su casa.

Los partidos políticos, la verdad, tienen dentro de su organización grupos o individuos, que se apoderan de los cargos de dirección y los manejan como si fueran sus propietarios y, en consecuencia, de las candidaturas, de manera que siempre tenemos a los mismos candidatos. El PT es un buen ejemplo.

Cuando existe, como ahora, un marcado abstencionismo, lo más fácil es echarle la culpa al ciudadano, siempre se la echan, tanto las autoridades electorales como los partidos, sin aceptar que la culpa es fundamentalmente de ellos, de los partidos, por presentar candidatos malos, que no son conocidos, pero eso no les importa, creen que la gente debe votar por los candidatos que presentan, aunque no sirvan, y no le conceden la posibilidad de que no hayan asistido a votar porque no les gusta la oferta que hacen al votante.

Si a los ciudadanos no les gusta, por la razón que sea, la oferta que hacen los partidos, no tienen por qué votar por alguno de ellos, y no se debe pensar que son malos mexicanos o que son irresponsables, y menos decir que no tienen derecho a quejarse si los electos no sirven para nada.

Haga de cuenta, una señora, por ejemplo, va al mercado a comprar tomates, los ve y se da la media vuelta, no los compra, si el empleado se da cuenta y le pregunta si no le gustan los tomates, escuchará como respuesta, “los tomates sí me gustan, pero los que aquí se venden, no, están muy aguados”.

Bueno, pues es lo mismo, si los ciudadanos no votan no es necesariamente por que sean irresponsables, malos ciudadanos, sino simplemente porque no le gustan los tomates, digo, los candidatos.

Con algunas excepciones, en esta ocasión los partidos presentaron candidatos malos, desconocidos, sin preparación, repetidores, a pesar de que nunca han demostrado que sirven para el cargo que insisten en ocupar, así es que si a alguien hay que echarle la culpa del abstencionismo, es a los partidos, principalmente. ¿Verdad que sí?

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