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Elemental, mi querido Urzúa...

Por Jorge A. Meléndez
viernes, 12 de julio de 2019 · 00:00

Bueno, la carta del ex Secretario de Hacienda hablaba sobre cómo en el Gobierno se toman decisiones ignorando la evidencia.

Pero lo evidente es primo hermano de lo elemental.
Así que vale la analogía para hablar de lo elemental. De lo incontrovertible. De la razón. De lo que no admite cifras alternativas.

Para hablar de pensar como Sherlock Holmes (SH).
Quién tuviera el poder deductivo del detective inglés para descifrar los misterios del mercado. Para desenmascarar a un temible competidor y vencerlo. O para tomar decisiones políticas y económicas razonables.

Pues ya sabe. Donde hay popularidad y admiración terminará habiendo... un libro de negocios.

Repasemos un par de ellos. Y, como sugiere Urzúa, analicemos la evidencia (tomada de resúmenes del gran blog Farnam Street).

Empecemos por el pequeño libro “Algunas lecciones de SH”, de Peter Bevelin. “Lo que distingue a Holmes del resto de los mortales es que sabe dónde observar y qué preguntas hacer. Pone atención a las cosas importantes. Sabe dónde encontrarlas”, señala.

Aquí le van algunos consejos del libro:

  1. Diversas ideas basadas en un amplio rango de disciplinas ayudan a lograr una mejor perspectiva. OJO, Tlatoanis sabelotodo: amplio rango + muchas disciplinas = debate. ¡Que gane la mejor idea y no la del jefe!
  2. Cuidado con lo que pone en el ático de la memoria. “El cerebro es como un ático vacío. Debes llenarlo con los muebles que elijas”, dice Holmes. Sólo un idiota almacena todo. El habilidoso guarda sólo lo que tiene valor. Hay que ser selectivo.
  3. No formular teorías antes de tener los datos. De otra forma, se terminará por acomodarlos a la teoría predilecta y no que los datos ayuden a formular la teoría correcta. ¿A poco no don Carlos?
  4. Hay que asegurarse que los datos sean datos en realidad. Y no deducciones o inferencias.
  5. No ver sólo los árboles, perdiendo el bosque. Entre los datos habrá muchas cosas irrelevantes. Destilar lo esencial.
  6. Detalles pequeños pueden ser importantes.
  7. Cuidado con conformarse sólo con lo que se ve. La solución muchas veces está en lo que se esconde, lo que no se reporta.
  8. Tomarse el tiempo para revisar y pensar. La solución puede no ser aparente. Cuidado con actuar rápido. ¡OJO, 4T!

Revisemos ahora el libro “Cerebro maestro: cómo pensar como SH”, de Maria Konnikova.
Toca puntos similares a los de Bevelin, pero es más amplio. Interesante el análisis sobre la importancia del ático, con referencias al trabajo del Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman.

Kahneman asegura que existen dos sistemas para organizar y filtrar el conocimiento: el primero es en tiempo real, cuando se reacciona la información instantánea y se toma una decisión intuitiva antes de que exista reflexión y análisis. El segundo es un sistema deliberado de pensamiento basado en el examen crítico de evidencia.

Konnikova los nombra el sistema “Watson” y “Holmes” y predica la ventaja de moverse del primero al segundo.

Para lograrlo, el almacenamiento en el ático es clave.

Guardar información no es suficiente, se requieren modelos mentales para hacer sentido del contenido guardado. Y no son uno o dos, sino varios y de varias disciplinas y perspectivas. Así se evitan los tan peligrosos sesgos cognitivos.

Un comentario final: la observación es vital. “¿Qué y cómo observar? ¿Qué detalles importan? ¿Cuáles dejar fuera?”, explica Konnikova.

Tres recomendaciones para lograrlo:

  1. La atención es un recurso limitado. Cuidado con el “multitasking”.
  2. Hábito y motivación son vitales.
  3. Echarse un paso atrás. Detenerse. Reflexionar antes de actuar.

Buenísimos, apúntelos. Seguro le sirven para su siguiente proyecto.

Pero al que le urgen es a Andrés Manuel.
Aunque no lo haya dicho Urzúa: el Presidente es el génesis del problema. Las señales de que se va mal sobran. La renuncia del Secretario es apenas una más de una larga lista.

¿Y la reacción de López? Nos lo dijo al nombrar a Herrera: vamos a todo dar y seguiremos así.

¡Madre mía! A Sherlock Holmes le hubiera dado un patatús.

En pocas palabras…
“Lo que queda tras eliminar lo imposible, por más improbable que suene, debe ser la verdad”.
Sherlock Holmes

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