LA TURICATA

Redondeando

Por: José Carrillo Cedillo
lunes, 15 de julio de 2019 · 00:00

Escribió en una ocasión el crítico de cine, José de la Colina, que los cinéfilos teníamos que ver churros con la lejana esperanza de, por lo menos, ver alguna mínima pincelada perdida. Hace años vi la tercera o cuarta película de Superman, donde el actor Richard Pryor, desempeña el papel de ayudante del contador en una gran compañía y alguien descubre que al imprimir los cheques de todo el personal, que eran cientos, los centavos que no ajustaban el dólar los depositaba a su cuenta, de tal modo que a la quincena eran miles de dólares para él.

Cuando lo acusaron con el dueño, éste lejos de correrlo como aconsejaba el gerente, le dijo: no hombre, dile que venga a platicar conmigo, necesito genios como él que me den más dinero… Esto viene a cuento porque ayer que fui a Wal-Mart a comprar el número de esta quincena de la colección de libros del espacio del National Geografic, que tiene marcado en la portada el precio de $179.90, al pagar, vi por casualidad que al pasar la mercancía por el lector, la máquina dio automáticamente $180.00, es decir, antes le preguntaban a uno si aceptaba redondear la cifra, ahora ya la máquina lo hace porque así está ya programada.

Ahora que ya me obligo a cuidar los centavos, reclamé, desde luego la señorita cajera no tiene ninguna responsabilidad, pero le hice ver que los diez centavos me los estaban robando y que al sumar miles de libros en todo el país, dan cientos de miles de pesos robados impunemente por Wal-Mart. Y VOY EN EL NÚMERO 19. Algo parecido me pasó en Estafeta, envié un sobre tamaño carta con cuatro hojas y al recibir mi talón me di cuenta que el peso del sobre estaba marcado como un kilo y me cobraron como tal, desde luego reclamé, y la señorita me dijo que ella sólo era una empleada, lo cual es cierto, ella no tiene responsabilidad, pero sí que está enterada de la estafa (la empresa debiera llamarse Estafota…).

Al otro día me comunique con la Procuraduría de la Defensa del Consumidor y al exponer mi denuncia, la señorita me dijo que ellos no tienen injerencia en los precios de Estafeta, y le dije:… qué, me equivoque de número? … ¿Luego ustedes para que sirven?… para lo mismo que usted, me contestó, algo que a todas luces nos revela que su respuesta ya está ensayada, pues deben de recibir muchas llamadas todos los días. Y me asalta la idea de cuántas tiendas y demás negocios que quizá nos hacen lo mismo, por nuestra reiterada confianza en los demás.

Hay un negocio que toda la mercancía que ofertan termina en 90 centavos, sean jitomates o dentífricos. A veces pienso, como dijo Shakespeare: Hay algo podrido en Dinamarca. Ya no hay moral… nomás negocios. La cajera revisa a contraluz los billetes que le damos y nosotros, hablo por mí, ni siquiera revisamos el recibo de compra. ¿Me educaron mal?

jcarrillocedillo@hotmail.com
 

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