DÍA DEL SEÑOR

XXV Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo “C”

Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 21 de septiembre de 2019 · 00:00

“No pueden ustedes servir a Dios y al dinero”
Lc 16, 1-13

La parábola de este domingo, nos invita a reflexionar sobre el uso correcto del dinero y de los bienes materiales. Con ello se nos recuerda que todos y cada uno de nosotros vamos a tener que rendir cuentas ante el Señor de toda nuestra vida. Y según sea el resultado, así será la sentencia que el Juez supremo dicte en aquel día definitivo.
A lo largo de nuestra vida vamos recibiendo bienes de todas clases, materiales y espirituales, son dones que Dios nos concede para que los negociemos, para que los aprovechemos en orden a nuestro beneficio y al de los demás.
En el Evangelio, el Señor advierte sobre los peligros de las riquezas, porque los hombres tendemos a apegarnos al dinero y a lo que el dinero nos puede conseguir, tendemos a hacernos “esclavos” del dinero, y el Señor nos advierte: o te apegas de Dios o te apegas del dinero, pero no puedes estar apegado a los dos. O tenemos confianza en Dios, o tenemos confianza en el dinero.
Se trata de escoger entre el verdadero Dios y el falso dios dinero. Cuando el dinero o los bienes materiales no se usan como medios sino que se convierten en fines, sucede lo que vemos a nuestro alrededor: el ser humano es tratado como objeto de compraventa y se pisotea al pobre. Cuando se le rinde culto al dinero o a las riquezas materiales, se sacrifica a las personas.
El mundo considera astuto e inteligente a aquel que sabe acumular dinero; Dios, en cambio, considera eso una clara falta de astucia, porque es servir al otro amo, es servir al amo que realmente no lo es.
Dios nos ha dado todo para que lo administremos: nos ha dado la vida, la capacidad de amar, de generar riqueza, de ser solidarios, de perdonar, etc. Seamos esta semana fieles administradores de lo que Dios nos ha dado. También nos ha dado un gran regalo, el de poder interceder con nuestra oración unos por otros.
Quizás en nuestra vida estemos agotando, días, semanas y meses, buscando tener muchos bienes materiales que nos hagan sentir plenos, felices y en paz. La realidad es que si lo hacemos de la riqueza como objetivo de nuestra vida, estaremos perdiendo la misma vida en dicha búsqueda, nadaremos en ellos y nunca encontraremos la paz, felicidad y plenitud, que sólo se encuentra cuando Dios es nuestro fin último y objetivo de vida. Si tienes riqueza, sé generoso, comparte con los pobres. El día que el dinero se acabe o te falte, y te encuentras en el dintel de la muerte, los indigentes y todos a los que ayudaste te abrirán las puertas del Reino de los Cielos.
Que Dios con su infinita misericordia los bendiga hoy, acompañe y proteja siempre.

cpomah@yahoo.com

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