BAJO PALABRA

Cuando pase la tormenta

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 27 de noviembre de 2020 · 00:04

Vivimos tiempos extremos. Un mal universal nos rodea, amenaza y ataca. Cuando el año empezaba vimos, supimos, escuchamos noticias graves que parecían lejanas, casi increíbles, pero de alguna forma tranquilizantes al saber que lo que acontecía estaba en las antípodas de nuestro territorio nacional.

Los meses han pasado, hemos aprendido a estar cercanos a la información más certera y con mejores recursos científicos para estar informados lo mejor posible.

El mal continúa con comportamientos variables en los diferentes puntos del planeta. Mucho ha dependido de las políticas sanitarias de cada país. Nosotros, los de a pie, sentimos la cercanía del mal y del inminente peligro de contagio en la suma de los amigos, conocidos, familiares inmediatos, vecinos y parientes en general, que se han visto atacados por los estragos del Covid-19.

La enfermedad y sus consecuencias dejaron de ser hace semanas ya, tema de noticias vistas o leídas en los medios noticiosos para ser información personal de amigos cercanos con relación al mal que aqueja a otros.

Son varios ya quienes han sucumbido a la enfermedad y aun no es clara cuál sea el aprendizaje, no por cabeza dura sino porque son tan diferentes como indescifrables las formas en las que los contagios se han dado que no atinamos a plantearnos una forma efectiva de protegernos.

El mal ha sacado a flote nuestros miedos, pero de la misma forma han aflorado valores de solidaridad y humanismo que confortan el alma.

Por ahí ha circulado en distintas versiones un poema atribuido a otro momento crítico de la historia, “Cuando la tormenta pase”, sin embargo, el conflicto real es qué hacemos mientras dura la tormenta. Sin posibilidad de abrazos nos quedamos sin poder estrechar a quienes sufren la pérdida de un ser querido. El tiempo avanza y a la par de las noticias alentadoras de una vacuna posible, se agregan nombre y rostros conocidos, que hace unos meses nos sonreían y hoy ya no están.

La realidad del sistema público de salud era conocido por sus carencias, pero ha sido hasta ésta prueba que alcanzamos a dimensionar la necesidad ingente de la misma.

La urgencia exige paciencia para poder tocarnos, acercarnos y de abrazar con lo mejor de nosotros al prójimo, al próximo.
 

...

Comentarios