DESDE EL VIGÍA

Los partidos y el poder

miércoles, 26 de agosto de 2020 · 00:15

 Se supone que los partidos políticos son las partes de la sociedad integradas por individuos que comparten los mismos principios, ideales, filosofía, aspiraciones y que tienen los mismos intereses y propuestas para conformar una sociedad armónica jurídica y socialmente, que pueda prosperar material y espiritualmente en todos sus ámbitos desde el personal, familiar y el comunitario.

A partir del triunfo de la revolución mexicana vivimos el periodo de la hegemonía priista herencia de aquel movimiento y a partir de los años 60s, el país empezó a entrar en una competencia ideológica que dio lugar poco a poco a la pluralidad y la competencia política desde perspectivas e ideologías diferentes que fueron moldeando la incipiente democracia que hoy vivimos.

Cuando decimos incipiente es porque los ciudadanos han logrado imponer el voto como la herramienta para ir generando los cambios de gobierno; sin embargo y lamentablemente eso ha sido apenas un paso hacia la democracia plena en la que deberían de prevalecer los valores universales de equidad, legalidad, orden, transparencia, bienestar, y acceso a los servicios básicos de calidad.

Una democracia plena siempre coincide con un elevado nivel de vida de la sociedad en la que todos pueden disponer de salud, educación, trabajo bien remunerado, vivienda, seguridad pública, seguridad social, tiempo para la convivencia familiar y el esparcimiento, además de las condiciones para que cada uno pueda prosperar más allá de las preocupaciones por lo más básico.

Lamentablemente en una sociedad de atraso como la mexicana, el circulo vicioso del subdesarrollo no nos ha permitido salir del tercermundismo que nos ata a las decisiones de unos cuentos sin tener la oportunidad de participar en las decisiones de nuestro día a día como sociedad.

Un síntoma de nuestra descomposición social es la enorme pobreza, la violencia, nuestra frágil salud que nos hace vulnerable a pandemias como la que estamos viviendo, los altos índices de ignorancia, rezago educativo acompañado de analfabetismo político, acompañados de negligencia y desencanto electoral.

Los partidos y los actores políticos están obligados a entrar en una profunda reflexión si no quieren ser rebasados, ya se les acabó el tiempo, solo tienen que voltear a su militancia dispersa, poco motivada y más esperanzada a una chamba que a cambiar la sociedad en la que vive.

No es posible que los gobernantes sigan disputándose en riñas públicas intercambiando acusaciones y descalificaciones como si fueran niños de secundaria sacándose la lengua.

Los partidos políticos tienen el deber de evitar esos espectáculos en el futuro próximo.

Es por su bien.
 

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