CONVERSEMOS

¿Las leyes son legítimas?

“La pandemia del coronavirus no llegó al mundo de igual manera, como sobre tábula rasa, ni lo hizo de manera abstracta, como lo hubiera hecho en cualquier otro momento de la humanidad. Nos cayó luego de treinta años de dominio de un modelo económico que aumentó las desigualdades nacionales e internacionales, depredó la naturaleza, desmanteló los sistemas de seguridad social, privatizó los servicios de salud y educación, generó movimientos migratorios sin precedente, hizo precario el empleo formal y arrojó a la informalidad a la mayoría de la población económicamente activa en los países del Sur”.
viernes, 31 de diciembre de 2021 · 00:00

David Fernández Dávalos, SJ
Ex Rector de la Ibero CDMX (Aurora, año 2020 No.1)
Ricardo Harte*


La enfermedad del Corona Virus enfermó a una sociedad desvalida.

Una sociedad que se ha ensordecido y enceguecido por los cánticos y brillos de cuerpos de leyes que han “legalizado” lo ilegal.

La ley ha arrinconado a la justicia y en estos tiempos es legal y moralmente aceptable el especular con los alimentos, el migrar capitales cuando la situación social y/o política de una región no es lo suficientemente estable como para “garantizar” el rédito de estos capitales

La ley defiende los derechos de aquellos que, en pos de lograr mejores resultados, “rasuran” las nóminas empresariales, bajo el pretexto de “un bien mayor”.

La ley permite, ampara a quienes, mediante artilugios y manoseos contables, logran reducir sus obligaciones fiscales.

La ley, en una gran mayoría de casos, ha sustituído a la justicia, a la equidad, para salvaguardar intereses, cobijar acuerdos de grupos y mantener el statu quo que privilegia a las pequeñas y poderosas élites.

Las leyes de años atrás (no muchos años atrás) permitieron, respaldaron la “legalidad” de la esclavitud. Permitieron, respaldaron la prohibición de que las mujeres votaran. Permitieron, respaldaron que el color de la piel significara un privilegio en algunos casos, o un escarnio en otros casos. Permitieron, respaldaron que se mataran animales hasta acabar con especies enteras, porque ello era buen negocio. Permitieron, respaldaron el derecho del señor feudal a pasar la primera noche de la esposa de un vasallo, con él, con el señor feudal (derecho de pernada).

Las situaciones y casos en que las leyes del momento han sido las principales generadoras de injusticias y abusos, podrían ser interminables.

Podemos afirmar, entonces y sin temor a equivocarnos, que las leyes de una nación han sido, históricamente, el principal obstáculo para el crecimiento, para el desarrollo de la comunidad.

Si, la enfermedad del Coronavirus ha caído sobre una sociedad muy enferma, muy, muy indefensa, pues la única defensa “formal” que estas sociedades tienen para sobrellevar la pandemia, son sus leyes.

Y se hace dramático el antagonismo entre lo legítimo y lo justo.

Hace días atrás recibí un video que, en una mezcla de comedia y cinismo, exponía una situación que, por analogía, invitaba a muchas reflexiones.

Resulta que una comunidad de cientos de miles de ratones decide elegir a sus gobernantes. Temerosos de su pequeñez, como ratones, deciden elegir como gobernante a un gato. El es grande, fuerte y astuto. El gato, de inmediato, nombra a su gabinete, compuesto de puros gatos. Ellos comienzan a promulgar leyes, ya que la sociedad de ratones carecía de leyes.

Estas leyes beneficiaban a los gatos, para que pudieran gobernar. Por ejemplo, las entradas a las cuevas de los ratones debían tener tal magnitud, que permitieran el acceso del brazo y las garras de un gato. Y así, un montón de leyes justas, necesarias y beneficiosas para…los gatos.

Tiempo después, los ratones se dieron cuenta que se habían transformado en carne de cañón para los intereses de los gatos. Decidieron hacer una gran asamblea y destituir al gato presidente. Pero se encontraron que los grandes medios (propiedad de los gatos), los acusaron de comunistas, porque estaban enfrentándose a las leyes.

Su movimiento era, entonces, ilegal. Para controlar la situación, los gatos ordenaron la entrada de las fuerzas públicas (constituidas por gatos), de forma tal de preservar el orden, la justicia, la democracia y la paz.

Fin de la historia.
La pandemia del Coronavirus ha caído sobre una sociedad de ratones que aún no logra asimilar que la única forma de defenderse de gobiernos de gatos, es mediante la organización civil constante, ininterrumpida, participante, beligerante.

*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

...

Comentarios