ATERRIZAJES

Los monstruos que somos

“Yo proclamo mi corazón abierto al músculo cargado de agobiados instantes” Abigael Bohórquez Por: Dr. Adán Echeverría*
martes, 7 de diciembre de 2021 · 00:28


La literatura termina es un registro de las sociedades y el paso del tiempo. Todo escritor es político, todo artista lo es, porque ante todo es un ciudadano que vive y colabora dentro de una sociedad. Y las sociedades y la política, buscan protegernos de los monstruos.

Quienes nos quieren proteger, crean leyes que conducen a los pueblos, y en ese afán fundan la moral y desde ahí establecen el juicio sobre los demás.

¿Quiénes son los monstruos? ¿Los perversos narcisistas? ¿Qué es ser un monstruo? Hemos estado perdidos durante centurias en el dilucidar lo bueno de lo malo. Hemos perdido el tiempo intentándolo. Nos han pedido, desde la infancia, creer que debemos ser buenos, porque siendo buenos alcanzaremos la vida eterna. La mentira eterna, querer pertenecer a un bando: los buenos o los malos. Ser protagonistas o antagonistas. Ese afán de tomar partido.

Monstruo: cosa extraordinaria. Esa es la definición que nos presentan los diccionarios. Hacia ahí deberíamos dirigir nuestros esfuerzos. ¿Cómo creamos a los monstruos que nos rodean? Ponemos al monstruo y luego le tenemos miedo.

Fastidiamos las infancias y creamos adolescentes enojados; cuando empieza el momento de discernir del bien y del mal, deciden por el mal. ¿Quién puede culparlos? Fastidiamos a la mujer hasta que ésta tiene sed de venganza, hasta que quiere hacer comunidad lejos de los hombres ¿debemos culparlas?

En cada época hemos hecho monstruos a todo aquello que es diferente, en vez de tolerar, en vez de aprender a aceptar, decidimos despreciar, decidimos apuntar, señalar con la espada flamígera, queremos ocultar, sentimos necesidad de apartarlos, y decimos siempre: Son monstruos. Los de ese partido, son los corruptos, aquellos los de esa religión son el mal encarnado.

Mary Shelley se dio cuenta, y construyó a un monstruo que jamás olvidaremos. A un hombre de bata blanca que se creyó capaz de igualarse a dios. Escribió como un humano con conocimientos puede ser capaz de las peores monstruosidades. ¿Liberar un virus y acabar con los ancianos, y así los gobiernos se evitan pagar pensiones? No llegó a tanto.

El monstruo de Shelley tomó fragmentos de cadáveres para darle vida a aquel ente por medio del conocimiento que de la anatomía, fisiología, biología e impulsos eléctricos tenía. Lo mismo nos ha enseñado Robert Louis Stevenson, con su Dr Jekyll, capaz de crear a su álter ego, Mr Hyde.

O hasta el mismo Homero, con la creación de esa monstruosidad imparable que era Aquiles. Nosotros ponemos al monstruo y luego le tenemos miedo. Decidimos crear a dios, a imagen y semejanza del hombre, y ese dios nos dijo: ¡Aléjense de la ciencia del bien y del mal! ¡Apártense del árbol de la vida! No está en ustedes la capacidad de ser inmortales.

De eso nos habla Jonathan Swift, que nos presentó tan diversos mundos, tan distintos seres, monstruosos, inmortales, caballos inteligentes, lilliputienses, gigantes. Todas esas creaciones que nos causan miedo por no entender.

Los blancos llamando monstruos a los pueblos originarios, a los negros, a los pieles rojas: les dijo caníbales, les dijo animales, bestias, les llamó ignorantes, y decidió mantenerlos así, pobres, sin conocimientos, como bestias, azuzados solamente por la fe en las religiones: “Diosito te quiere pobre”. ¡Bienaventurados los pobres!

Los escritores nos han contado siempre de monstruos (Bram Stoker y Drácula, Golding y el señor de las moscas, o Borges en la inigualable memoria de Funes), para evidenciar aquella metáfora: escapar del monstruo, como aquel chico huyó toda la vida del Colombre.

Y para impulsar monstruos hemos construido a los medios de comunicación: Andrés no quiere comprar vacunas, Andrés ataca todos los días a la prensa, quiere volvernos Venezuela, quiere quitarte tu dinero.

Ponemos al monstruo y luego le tenemos miedo. Hay un monstruo de boca larga y venenosa que se arrastra sobre los ojos y oídos de todos los mexicanos, se llama El Comenta Noticias.

¿Eso somos? La monstruosidad nos impregna. Y somos especialistas en lanzar a alguien en contra del otro. Polarización, quieren llamarle.
 

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