Economía enferma

Además de la estela de muerte provocada por la pandemia del Covid-19, sus afectaciones en la economía mundial se acentúan aún más en naciones como México, donde se registran elevados índices de desigualdad social, corrupción generalizada en el sector gubernamental y privado, así como políticas públicas que no generan progreso, sino más estancamiento y pobreza.

Y ahora, en la víspera del arranque de las campañas de proselitismo, en lo que serán las elecciones concurrentes -federales y locales- más grandes de la historia del país, el partido en el poder y la oposición están más preocupados en conservar o recuperar sus privilegios, mientras la contingencia sanitaria, la violencia incontenible y la crisis económica se convierten en la tormenta perfecta para detonar escenarios todavía más catastróficos, que implicarán décadas de esfuerzo para recuperarnos.

Por si fuera poco, dadas las restricciones que establece la ley electoral vigente en México, durante las campañas todos los órdenes de gobierno deben suspender la difusión mediática de sus actividades de carácter asistencial, salvo la información institucional que tenga que ver con emergencias en materia de salud, educación y protección civil, sin considerar que ese silencio obligado en las actuales circunstancias, cuando precisamente se requiere fomentar mayor conciencia para acatar los protocolos sanitarios de la nueva normalidad, puede ocasionar que se incremente más el número de personas que pierden la batalla frente al Covid-19.

En el aspecto laboral, el panorama es negativo, por la gran cantidad empleos perdidos, que por la pandemia pondrá a prueba el nuevo modelo laboral que se estableció en el tratado comercial que México acordó con Estados Unidos y Canadá a través del T-MEC, cuyas cláusulas ejercerán presión para que nuestro país cumpla con la libertad sindical y revise el esquema de outsourcing.

México está en un momento crítico, pues se han perdido casi 2 millones de empleos y los que se han recuperado están en condiciones críticas.

De los 12 millones que salieron de la Población Económicamente Activa (PEA) en abril del año pasado, sólo se reincorporaron 10.2 millones en octubre de 2020, en tanto que los subocupados pasaron de 5.1 millones a 7.9 millones, mientras la informalidad sumó 29.7 millones de personas.

Al respecto, analistas advierten que la recuperación no será igual para todos los sectores, pues la industria de la construcción, la extracción de petróleo y gas, las empresas textiles y de calzado registran un grave estancamiento.

La entrada en vigor del T-MEC ejercerá presión adicional para cumplir con la libertad sindical y negociación colectiva en los centros de trabajo.

Ante esas expectativas nada alentadoras, se espera que la inteligencia permee en las altas esferas de gobierno y por el bien de los gobernantes y de la población, hagan algo verdaderamente racional y efectivo para que el país supere la crisis que, se reconozca o no, tenemos sobre nuestros hombros.

¿Será posible?